Las Guerreras de Venado Tuerto
Era un día soleado en la ciudad de Venado Tuerto, y las chicas del equipo de hockey, conocidas como "Las Guerreras", estaban listas para participar en el torneo anual del pueblo. La emoción se podía sentir en el aire mientras se preparaban para salir al campo. Sol, la capitana del equipo, ajustó su peinado en una coleta alta y miró a sus amigas.
"Chicas, ¿están listas para dar lo mejor de nosotras?" - preguntó Sol, con una gran sonrisa en su rostro.
"¡Sí, vamos a dejarlo todo!" - respondieron al unísono sus amigas: Tati, Mica y Lau.
Mientras se dirigían al campo, la hinchada comenzaba a reunirse. Todos los amigos, la familia y los vecinos del barrio llevaban banderas y carteles, listos para apoyar a Las Guerreras.
"Mirá cuánta gente vino a vernos, esto es emocionante!" - dijo Mica, emocionada.
La primera ronda fue todo un éxito. Las Guerreras jugaron con valentía y destreza, ganando la primera partida con un impresionante gol de Tati.
"¡Increíble, Tati! ¡Sos una genia!" - exclamó Lau, saltando de alegría.
Sin embargo, después de su victoria, las cosas comenzaron a complicarse. En la siguiente ronda, Las Guerreras se enfrentaron a un equipo rival muy fuerte, las "Leonas de San Vicente". La tensión era palpable. En los primeros minutos del juego, el equipo rival anotó un gol.
"No podemos rendirnos, chicas. ¡Vamos a darlo todo!" - animó Sol, tratando de mantener el ánimo.
El partido continuó y aunque Las Guerreras lucharon con todas sus fuerzas, el resultado era desfavorable. Así que, en un momento de desesperación, el equipo comenzó a discutir.
"¡Pero no podemos seguir así!" - gritó Lau, frustrada.
"Cada una está pensando en sí misma, necesitamos jugar en equipo" - añadió Mica, con la mirada preocupada.
Después de algunas discusiones, Sol se dio cuenta de que necesitaban reenfocarse y recordar por qué estaban ahí.
"Chicas, esto es un juego. Estamos juntas por la amistad y la diversión. No importa el resultado, lo que realmente importa es que disfrutemos el momento y apoyemos a cada una" - dijo Sol, tratando de unir a su equipo.
Las chicas asintieron y decidieron dejar de lado las peleas. En el último tiempo del partido, lograron un espectacular gol, ya que Mica realizó una jugada mágica.
"¡Eso es Mica! ¡Esos son los pases que necesito!" - gritó Tati.
Aquel gol les dio una segunda oportunidad. El tiempo estaba por agotarse y decidieron jugar como una verdadera familia. Por primera vez en el torneo, se unieron en una misma jugada, creando un hermoso juego en equipo.
Al final, el silbato sonó y Las Guerreras lograron un empate increíble, lo que significaba que continuarían en el torneo.
La hinchada estalló en vítores y aplausos, festejando su pasión y su esfuerzo, independientemente del resultado.
"Aunque no ganamos, demostramos que somos un equipo y eso es lo que cuenta" - concluyó Sol, sonriendo satisfecha.
El siguiente partido les mostró que debían trabajar aún más en equipo. Con esfuerzo, amistad y apoyo, lograron llegar a la final del torneo.
El día de la final, la hinchada estaba más numerosa que nunca, llevando pancartas y gritando para alentar a Las Guerreras.
El camino hacia el campeonato no fue fácil, pero con cada partido, las chicas aprendieron sobre la importancia de la amistad, la compasión y el trabajo en equipo. Al final del torneo, no solo habían ganado un trofeo, sino también una lección invaluable sobre el verdadero significado de ser parte de un equipo.
Alzaron el trofeo al aire, y en medio de los aplausos, Sol concluyó:
"No solo somos guerreras en el hockey, sino también en la vida, porque siempre nos apoyaremos entre nosotras".
FIN.