Las Guerreras Valientes
En tiempos antiguos, en el hermoso país de Paraguay, vivían dos mujeres valientes y fuertes: Abuela y Madre Guerrera. Ambas vivían en un pequeño pueblo rodeado por campos verdes y frondosos árboles.
Abuela era una mujer sabia que siempre tenía un consejo para dar. Ella había pasado por muchas dificultades en su vida, pero nunca perdió la esperanza ni dejó de luchar por lo que creía justo.
Por otro lado, Madre Guerrera era una joven madre soltera que había aprendido a defenderse a sí misma y a su hija con uñas y dientes. Un día, mientras las dos mujeres trabajaban juntas en los campos, se acercó un grupo de bandidos montados a caballo.
Los hombres eran peligrosos y buscaban robar todo lo que pudieran del pueblo. - ¡Alto ahí! -gritó uno de los bandidos-. Queremos todo tu dinero y tus cosechas. Abuela no se dejó intimidar por la amenaza de los bandidos.
Mirando fijamente al líder de la banda, dijo:- No les daremos nada. Todo lo que tenemos es fruto de nuestro trabajo duro y no permitiremos que nos lo quiten sin más. Los bandidos se rieron ante la audacia de Abuela.
Pero entonces Madre Guerrera se acercó con su hija en brazos y dijo:- Si quieren nuestra comida o nuestro dinero tendrán que pelear por ellos primero. Los bandidos quedaron impresionados por la fortaleza e inteligencia de ambas mujeres.
Decidieron aceptar el reto lanzado por ellas e iniciaron una pelea cuerpo a cuerpo. Abuela y Madre Guerrera no se dejaron vencer fácilmente.
Usando su astucia, lograron derrotar a los bandidos uno por uno hasta que el líder de la banda se rindió. - ¡Basta! -gritó el bandido-. Ustedes ganaron. Nunca antes había visto tanta valentía en dos mujeres. Desde ese día, Abuela y Madre Guerrera se convirtieron en héroes del pueblo.
Todos los habitantes del lugar admiraban su coraje y seguían sus consejos con atención. La historia de estas dos mujeres guerreras llegó a oídos del rey de Paraguay, quien decidió honrarlas por su valentía.
Les otorgó un terreno fértil para que pudieran cultivar sus propias cosechas y vivir tranquilamente sin preocuparse por los bandidos ni las adversidades de la vida.
Abuela y Madre Guerrera nunca olvidaron lo que habían aprendido durante aquel enfrentamiento con los bandidos: que la fuerza física no es lo más importante, sino la inteligencia, el valor y la determinación para defender lo justo.
Y así siguieron viviendo felices en su pequeño pueblo rodeado de campos verdes y frondosos árboles, enseñando a todos los jóvenes sobre cómo ser fuertes como ellas lo son.
FIN.