Las hachas mágicas de Juanito



Había una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Juanito. Juanito provenía de una familia muy humilde y siempre había soñado con tener una vida llena de aventuras y riquezas.

Pero la realidad era que su familia apenas tenía lo suficiente para sobrevivir. Juanito vivía cerca de un hermoso bosque lleno de árboles altos y frondosos. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con un anciano sabio que le dijo: "Hola, joven Juanito.

Veo en tus ojos el deseo de tener una vida mejor". Juanito asintió emocionado y respondió: "Sí, señor. Siempre he soñado con ser rico y ayudar a mi familia". El anciano sonrió y dijo: "Tengo algo especial para ti".

Sacó tres hachas del bolsillo: una dorada, otra plateada y la última hecha de madera común. "Estas hachas tienen poderes especiales", explicó el anciano.

"La primera es el Hacha de Oro, capaz de cortar cualquier cosa sin esfuerzo alguno; la segunda es el Hacha de Plata, que duplica todo lo que toca; y la tercera es el Hacha de Madera, simple pero confiable".

Juanito estaba maravillado por las hachas y rápidamente decidió llevarlas consigo para probar suerte en el bosque. Al día siguiente, Juanito se adentró en el bosque armado con las tres hachas mágicas. Encontró un árbol enorme e intentó cortarlo con el Hacha de Oro.

Para su sorpresa, el árbol cayó con un solo golpe. Juanito estaba eufórico y pensó: "¡Con esta hacha podré cortar muchos árboles y vender la madera para ganar dinero!". Siguiendo su plan, Juanito se dirigió al mercado del pueblo con la madera que había cortado.

Allí, todos quedaron asombrados por la calidad de la madera y le ofrecieron una gran suma de dinero por ella.

Juanito se sintió feliz, pero recordando las palabras del anciano sabio, decidió usar el Hacha de Plata para duplicar su fortuna. El joven emprendedor invirtió parte de su dinero en semillas y herramientas agrícolas. Con el tiempo, sus cultivos crecieron fuertes y abundantes gracias a su arduo trabajo y dedicación.

Nuevamente, usó el Hacha de Plata para duplicar sus cosechas antes de llevarlas al mercado. El éxito sonreía a Juanito mientras acumulaba riquezas. Sin embargo, algo empezaba a preocuparlo: notaba cómo algunos vecinos se mostraban envidiosos de su éxito.

Un día, mientras caminaba por el bosque reflexionando sobre esto, encontró un árbol caído bloqueando el camino hacia casa. Decidió usar el Hacha de Madera para quitarlo del camino sin pensar en duplicarlo ni obtener beneficio alguno.

Mientras trabajaba duro con el Hacha de Madera, un grupo de personas observaba sorprendido cómo lograba mover aquel tronco enorme sin ayuda alguna. Al ver esto, los vecinos envidiosos comenzaron a sentir admiración por Juanito y reconocieron todo lo que había logrado con su esfuerzo y trabajo.

Desde ese día, Juanito decidió usar las hachas mágicas de manera sabia y justa. Ayudaba a los demás en el pueblo, compartiendo su fortuna y enseñando a otros sobre la importancia del trabajo duro y la perseverancia.

Juanito comprendió que el verdadero valor no estaba en las riquezas materiales, sino en cómo usamos nuestras habilidades para ayudar a los demás. Y así, se convirtió en un ejemplo de humildad y generosidad para todos en el pueblo.

Y colorín colorado, esta historia llena de enseñanzas ha terminado.

FIN.

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