Las Hadas del Jardín de Colores
En un rincón mágico del mundo, donde los colores brillaban más que en cualquier otro lugar, había un hermoso jardín lleno de flores de todos los tipos y tamaños. En este jardín vivían cuatro hadas, cada una con un don especial. Se llamaban Lila, Rosa, Azura y Verda. Lila podía hacer que las flores brotaran en un abrir y cerrar de ojos, Rosa podía pintar los pétalos de colores vibrantes, Azura hacía que los bríos de la brisa tuviesen melodía y Verda tenía el poder de sanar cualquier planta con solo tocarla.
Un día, mientras estaban danzando entre las flores, escucharon un lamento suave, como si una flor llorara. Curiosas, volaron hacia el sonido y encontraron a una pequeña flor llamada Girasolito, que estaba marchita y triste.
"¿Qué te pasa, Girasolito?" - preguntó Lila con su voz melodiosa.
"Me duele no poder florecer como mis amigas. Me siento tan débil y apagado..." - suspiró Girasolito.
Las hadas se miraron preocupadas.
"No te preocupes, ven aquí, vamos a hacer que te sientas mejor." - dijo Verda, mientras se acercaba con ternura.
Verda tocó suavemente la hojita de Girasolito, pero algo extraño sucedió. A pesar de sus esfuerzos, el pequeño girasol continuaba mustio.
"¿Por qué no funciona?" - preguntó Rosa, frunciendo el ceño.
"Necesitamos investigar más. Tal vez hay algo que Girasolito necesita que nosotras no conocemos. Quizás algo en el aire..." - sugirió Lila, mirando al cielo.
"¡Yo puedo ayudar a buscar!" - exclamó Azura, y con un giro alegre, se elevó en el aire. Inspeccionó el jardín y luego volvió con una triste expresión. "Hay una sombra oscura que se cierne sobre el jardín, y esa sombra parece afectar a Girasolito..."
"¿Qué sombra?" - preguntó Verda, preocupada.
"Una sombra de tristeza que ha llegado, tal vez provocada por la falta de alegría en el jardín. Por eso, nuestras flores no brillan como antes. Necesitamos una danza especial para ahuyentarla y llenar el jardín de alegría otra vez" - explicó Azura.
Las hadas decidieron que tenían que hacer algo. Se reunieron con Girasolito y le dijeron:
"Vamos a organizar una gran danza con todas las flores del jardín, y tú serás el centro, ¡así haremos que recuperes tu esplendor!" - dijo Rosa con entusiasmo.
"Pero yo no puedo, estoy marchita..." - lamentó Girasolito.
"Tienes que intentarlo, creemos en ti. La alegría puede hacer que recuperes tus colores" - alentó Lila.
Un poco dudoso, Girasolito se animó y aceptó ser parte del plan. Las hadas, junto con las demás flores, organizaron una gran fiesta en la que todos debían bailar y compartir su alegría. Al principio, Girasolito se sentía un poco triste y débil, pero apenas comenzó a ver cómo sus amigas florecían y reían, un rayo de luz brillante empezó a iluminar su corazón.
Así iniciaron la danza: las flores movían sus pétalos al unísono, mientras las hadas giraban y risueñas tocaban sus manos con cada una de las flores. La música, creada por el suave viento gracias a Azura, resonaba en todo el jardín, llenando el aire de felicidad.
A medida que danzaban, algo mágico sucedió. Girasolito comenzó a elevarse, sus hojas se abrían y poco a poco, los colores regresaron a su ser.
"¡Miren!" - gritó Girasolito, "¡estoy volviendo a brillar!" y en un instante, se llenó de vida, volviendo a ser el más radiante de todos los girasoles.
Las hadas, llenas de alegría, seguían danzando mientras la sombra oscura desaparecía. "¡Lo logramos!" - exclamó Verda, "La alegría y la amistad son poderosas, podemos superar cualquier tristeza."
Y así, el jardín volvió a llenarse de colores, risas y danzas. Girasolito, feliz de tener a sus amigas, ya nunca más se sintió solo.
"Gracias, hadas, por ayudarme!" - dijo con una sonrisa. "Siempre que sientan tristeza, recuerden que pueden danzar y compartir su alegría, nunca están solos."
Desde entonces, cada vez que una flor se sentía un poco decaída, todas las flores del jardín se unían para danzar y celebrar, recordando que la diversión y la amistad siempre son el mejor remedio. Y así, las hadas y las flores vivieron felices, llenando el jardín de amor, colores y alegría, ¡y siempre dispuestas a ayudar a cualquier flor que lo necesitara!
Y cada año, celebraban el Día de la Danza, donde todos se unían para recordar aquel primer baile que trajo de vuelta la alegría al Jardín de Colores.
FIN.