Las Hermanas Sabea
En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivían dos hermanas llamadas Luna y Sol. Desde muy pequeñas, cada una había atravesado dificultades: sus padres trabajaban largas horas y apenas podían prestarles atención. A veces, sentían que el mundo se había puesto en su contra.
Una tarde de verano, mientras jugaban en el parque, Luna miró a su hermana:
"Sol, a veces me siento triste por lo que nos pasó. ¿No creés que podríamos tener una vida mejor?"
"Sí, pero también creo que podemos ser mejores personas a pesar de todo. ¿No ves cuántas sonrisas podemos regalar?" respondió Sol con una sonrisa brillante, como el sol que le daba nombre.
A partir de ese día, las hermanas decidieron que, aunque la vida no siempre fue fácil, querían llevar alegría a quienes las rodeaban. Empezaron ayudando en un refugio de animales, donde cuidaban de perritos y gatitos que necesitaban amor.
Un día, mientras bañaban a un pequeño perrito llamado Copito, Luna dijo:
"¿No sería genial organizar una jornada de adopción?"
"¡Sí! Así podríamos encontrarles un hogar a todos estos peluditos. ¡Vamos a armarlo!" respondió Sol.
Tras semanas de preparación, llegó el gran día. Invitaron a toda la comunidad, y el parque se llenó de niños y adultos emocionados por conocer a los animalitos buscando familia. Al final de la jornada, todos los animalitos encontraron un hogar, y las hermanas se sintieron más felices que nunca.
Sin embargo, un día, mientras volvían a casa, escucharon a dos niños riendo maliciosamente. Uno de ellos dijo:
"Mirá a esas dos, siempre con su alegría estúpida. Nadie las quiere.”
Luna se sintió herida y le dijo a Sol:
"¿Por qué dicen eso? ¡No es verdad!"
"No debemos dejar que eso nos afecte, Luna. Ellos no saben lo que hemos vivido ni lo que hemos superado. Lo importante es que seguimos eligiendo ser amables y felices. "
Con el tiempo, Luna y Sol se convertían en un pilar de la comunidad. Organizaron talleres de arte, promovieron la amistad entre niños y vecinos, y comenzaron un club de lectura. Todos en el pueblo las querían y admiraban su espíritu. Pero, su historia no terminó ahí.
Un día, una nueva niña llegó al pueblo. Se llamaba Nube. Traía consigo una sombra de tristeza, pues había tenido que dejar atrás a sus amigos en la ciudad. Luna y Sol, siempre dispuestas a ayudar, se acercaron a ella.
"Hola, soy Luna y ella es Sol. ¿Te gustaría jugar con nosotras?" preguntó Luna.
"No sé... No tengo muchas ganas..." respondió Nube con la mirada baja.
Sol recordó lo duro que fue para ellas cuando eran pequeñas y decidió no rendirse.
"¡Ven! Te enseñaremos a hacer pulseras de colores. Puede ser divertido, ¡y mirá cuánto brillan!"
Con un poco de esfuerzo, Nube se unió a ellas y, a medida que pasaban los días, la amistad floreció. Juntas realizaron actividades creativas, y pronto Nube comenzó a sonreír nuevamente. Un día, mientras hacían una pulsera de colores para sus nuevas amigas, Nube dijo:
- “No puedo creer que solía pensar que nadie querría ser mi amiga. Gracias por ayudarme.”
- “Siempre es un placer hacer nuevos amigos”, respondió Luna.
Esa noche, mientras Luna y Sol miraban las estrellas, Luna reflexionó:
- “¿Viste, Sol? Cada uno tiene una historia, pero eso no define cómo podemos ser en el futuro. Podemos decidir ser personas felices."
- “Así es. Y cada vez que compartimos nuestra felicidad, ayudamos a otros a encontrar la suya.” Sol sonrió.
Desde entonces, las tres hermanas decidieron unirse y generar más cambios en su pueblo. Aprendieron que la bondad tiene un efecto contagioso, y que al ayudar a los demás, ellas también sanaban un poquito de sus propias heridas. Luna, Sol y Nube se convirtieron en un equipo imparable y, juntas, demostraron que aunque la vida tenga sus batallas, siempre se puede elegir ser feliz, ayudar a los demás y crear un mundo de amor.
Y así, en el pueblo de Arcoíris, no solo se llenaron de risas, sino también de corazones fuertes que nunca se rindieron ante las adversidades. Las hermanas Sabea siguieron llenando el mundo de bondad, un acto a la vez.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.