Las Hermanas y el Mueble Mágico
Era un día soleado en la casa de las hermanas Paulina, Lola y Cande. Las tres habían estado haciendo travesuras durante toda la mañana. Desde tirar juguetes por la sala hasta no ayudar con las tareas del hogar, parecían estar en su propia aventura. Sin embargo, su mamá, cansada de sus desobediencias, decidió tomar cartas en el asunto.
"¡Paulina! ¡Lola! ¡Cande!", gritó su mamá. "¡Es suficiente! Me va a hacer falta una varita mágica para que se comporten. ¡Ahora van a estar encerradas en su cuarto hasta que se den cuenta de sus errores!"
Las hermanas se miraron entre sí, sabiendo que se habían pasado de la raya.
"¿Ahora qué hacemos?", preguntó Paulina, la mayor.
"No sé, pero este lugar es tan aburrido", respondió Lola, mirando por la ventana.
"Tengo una idea", dijo Cande, la más pequeña. "Miren ese mueble ahí. ¿No creen que hay algo especial en él?"
Las tres se acercaron al viejo mueble de madera que había pertenecido a su abuela. Era un armario grande, adornado con dibujos de estrellas y lunas. Paulina lo abrió y, para su sorpresa, una luz brillante surgió de su interior.
"¡Wow! ¡Miren esto!", exclamó Paulina.
"¿Qué es?", preguntó Lola, un poco asustada.
"¡Vamos a averiguarlo!", dijo Cande, emocionada.
Las tres se metieron dentro del mueble y de repente, un torbellino de colores las envolvió. En un instante, se encontraron en un reino mágico lleno de criaturas fantásticas y paisajes maravillosos.
"¿Dónde estamos?", preguntó Lola, maravillada por el paisaje.
"¡Esto es increíble!", exclamó Paulina, mirando a su alrededor.
"¡Mirad! Esa es una montaña hecha de golosinas", dijo Cande, corriendo hacia la montaña.
Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que todo no era tan perfecto. Un dragón, que parecía estar muy enojado, apareció ante ellas.
"¡¿Qué hacen aquí? ! Este es mi reino y no permiten que nadie entre sin mi permiso!"
Las hermanas se asustaron, pero Paulina decidió dar un paso adelante.
"Lo sentimos, no queríamos causar problemas. Solo queríamos divertimos. ¿Cómo podemos ayudarte?"
El dragón se sorprendió ante la valentía de Paulina.
"Nadie nunca me había preguntado eso. En realidad, estoy aquí porque necesito ayuda. He perdido mi gema mágica en el bosque y sin ella, no puedo volar. ¿Pueden ayudarme a encontrarla?"
Las hermanas se miraron entre sí y asintieron al unísono.
"¡Sí, claro!", dijo Lola con entusiasmo.
"¡Contá con nosotras!", agregó Cande.
Así, las tres hermanas y el dragón se embarcaron en una emocionante aventura. Saltaron sobre ríos de chocolate, escalaron montañas de malvaviscos y enfrentaron desafíos juntos.
Durante su búsqueda, las hermanas aprendieron muchas cosas importantes:
- La importancia de la colaboración, ya que cada una aportó habilidades diferentes al equipo.
- La valentía de enfrentar sus miedos, incluso ante un dragón formidable.
- Y más importante, que divertirse no significa ser desobedientes; pueden encontrar alegría en ayudar a los demás.
Finalmente, después de un largo día de búsqueda, encontraron la gema brillante en un claro del bosque, rodeada de flores.
"¡Lo logramos!", gritó Cande, saltando de alegría.
El dragón estaba muy agradecido.
"Nunca pensé que tres pequeñas pudieran ayudarme tanto. Gracias a ustedes, puedo volver a volar. Habría sido fácil enojarme con ustedes, pero me enseñaron que siempre hay que buscar soluciones juntos. ¡Los invito a regresar cuando quieran!"
Las hermanas, emocionadas, regresaron al mueble mágico y volvieron a su cuarto justo cuando su mamá llegó para ver cómo estaban.
"¿Se han comportado?", preguntó, aún con una expresión seria.
Las hermanas se sonrieron entre sí.
"¡Sí, mamá! Aprendimos que la diversión también viene con responsabilidades. ¡Y te prometemos que seremos mejores!"
Desde ese día, Paulina, Lola y Cande jamás volvieron a portarse mal. Usaron su experiencia del reino mágico para recordarles que no solo hay que divertirse, también hay que ser responsables y ayudar a los demás.
FIN.