Las Hermanas y el Portal de las Sombras
Era un día soleado en el pequeño pueblo de Luz Verde, ubicado al borde del Bosque Susurroso. Dos hermanas, Valeria y Martina, estaban jugando cerca de la gran roca antigua que, según la leyenda contada por sus abuelos, era el hogar del Portal de las Sombras. La leyenda decía que este portal era un paso hacia otros mundos, custodiado por los Guardianes, figuras misteriosas que protegían la paz entre las dimensiones.
"Marti, ¿te imaginas qué habrá al otro lado del portal?" - preguntó Valeria, con ojos brillantes de curiosidad.
"No sé, pero lo que sí sé es que nunca debemos abrirlo sin razón, Valy" - contestó con seriedad Martina. "La abuela siempre dice que los Guardianes podrían enojarse".
Un viento helado sopló de repente y una figura encapuchada apareció al borde del bosque, mirando hacia las hermanas con su rostro oculto en la sombra. Las chicas se asustaron y se abrazaron.
"¿Quién es ese?" - susurró Valeria, temblando.
"No lo sé, pero creo que no es bueno" - respondió Martina, dándole un tirón de mano a su hermana para alejarse de la figura.
Sin embargo, aquel siniestro visitante se acercó y, al quitarse la capucha, las hermanas se dieron cuenta de que no era un monstruo, sino un viejo conocido del pueblo, el Señor Ladrón, un antiguo explorador que había desaparecido tiempo atrás.
"Chicas, no tengan miedo. Soy el guardián de un antiguo secreto" - dijo el Señor Ladrón con una voz suave. "Ustedes son las descendientes del linaje que tiene el poder de abrir o cerrar el Portal de las Sombras".
Emocionadas y confundidas, Valeria y Martina se miraron entre sí.
"Pero, ¿qué significa eso?" - preguntó Valeria.
"La profecía dice que al llegar a su undécimo cumpleaños, dos hermanas deben elegir: abrir o cerrar el portal para proteger nuestro mundo de las sombras" - explicó el Señor Ladrón, mirando profundamente a las niñas.
Las chicas se sintieron abrumadas por la responsabilidad. Esa noche, mientras intentaban dormir, no podían dejar de pensar en lo que se avecinaba.
Al día siguiente, decidieron explorar el bosque para buscar pistas sobre cómo utilizar sus poderes. Se adentraron en la espesura, donde el canto de los pájaros les daba confianza y el murmullo de un arroyo les hizo sentir seguras.
"Mirá, Valy, esas flores brillan más que las otras" - dijo Martina, agachándose para tocarlas.
"¡Tal vez tengan algo que ver con la leyenda!" - exclamó Valeria, emocionada.
A cada flor que tocaban, una visión aparecía: imágenes de las hermanas enfrentándose a sombras oscuras, y con cada toque, sentían que una chispa de poder despertaba dentro de ellas. La complicidad entre las hermanas se hacía más fuerte y decidieron que tenían que estar unidas para enfrentar lo que viniera.
Finalmente, encontraron una cueva oculta detrás de un manto de lianas y brumas,
"Valy, ¿y si el portal está aquí?" - sugirió Martina intrépida.
"Tal vez sea el momento de descubrirlo..." - respondió Valeria con nerviosismo.
Al adentrarse en la cueva, encontraron un antiguo altar con dos espacios diseñados para colocar sus manos. Justo frente a ellas, el Portal de las Sombras titilaba con una luz oscura.
"Si lo cerramos, las sombras no podrán cruzar. Pero ¿y si necesitamos conocer qué hay del otro lado?" - dijo Valeria, dudando de su decisión.
"Pero, ¿qué sabemos de las sombras? Podrían ser peligrosas" - contestó Martina. "Debemos estar seguras de lo que hacemos".
Las hermanas debieron enfrentarse a sus miedos y a lo que sabían. Juntas, tomaron la decisión... pero justo cuando estaban a punto de cerrar el portal, la figura encapuchada apareció.
"No pueden cerrarlo, ¡necesitan dejarlo abierto!" - gritó. La figura reveló ser un antiguo Guardián que había estado esperando que llegaran las hermanas.
"Todo este tiempo he tratado de proteger este secreto. Ustedes, con su pureza de corazón, son las únicas que pueden controlar el equilibrio entre la luz y la oscuridad".
Las chicas, reconociendo el poder que llevaban dentro, comprendieron que tenían que trabajar juntas.
Finalmente, alzaron sus manos en frente del portal.
"¡Cerramos el portal en nombre de la paz y el amor!" - gritaron a coro, mientras la luz del portal se extinguía.
En ese momento, sintieron que el peso del mundo se aligeraba, y una paz envolvía el bosque.
"Al menos sabemos que, si alguna vez lo necesitamos, el portal estará protegido por nosotras" - dijo Valeria.
"Y siempre seremos guardianas de este secreto" - añadió Martina, sonriendo.
Las hermanas regresaron a casa, donde compartirían su aventura con todos, sabiendo que la verdadera magia estaba en su unión y amor entre ellas. Así, el legado de los Guardianes continuaría por siempre.
FIN.