Las Hermanas y la Amiga Envidiosa
Era una mañana soleada en el pequeño pueblo de San Alegría. Dos hermanas, Sofía y Valentina, se preparaban para ir a la escuela. Sofía era la mayor, con su cabello rizado y su sonrisa chispeante. Valentina, un poco más pequeña, tenía un corazón lleno de sueños y una energía contagiosa.
La mamá de las chicas, Ana, las animó mientras se preparaban:
"¡Vamos, mis pequeñas! Hoy es un gran día para aprender cosas nuevas!"
"Sí, mamá!" respondió Valentina, saltando de emoción.
"No olviden cuidar una de la otra, ¿eh?" añadió Ana, recordándoles lo importante que era la unión entre hermanas.
Cuando llegaron a la escuela, se encontraron con su amiga Clara, que a menudo mostraba un comportamiento extraño. Clara era una buena chica, pero había momentos en los que la envidia se asomaba en su rostro, especialmente cuando veía a Sofía y Valentina unidas y felices.
A medida que las hermanas se adentraban en la jornada escolar, Clara comenzó a soltar comentarios despectivos:
"¿Por qué siempre están juntas? Seguro que no pueden hacer nada sin la otra."
Sofía miró a Valentina, quien frunció el ceño.
"Es mejor estar juntas que solas, Clara. Nos apoyamos y crecemos aprendiendo una de la otra!" respondió Sofía con firmeza.
Sin embargo, Clara no se dio por vencida. Esa tarde, cuando Sofía y Valentina presentaban un proyecto sobre la naturaleza, decidió sabotearlas.
"¿No creen que su proyecto es un poco aburrido?" dijo Clara, riendo a medias. "Creo que nadie va a prestarles atención."
Sofía sintió una punzada de angustia, pero Valentina, aunque un poco nerviosa, tomó la mano de su hermana.
"No podemos dejar que Clara nos haga sentir menos," dijo Valentina.
El día de la presentación llegó y las chicas estaban listas. El aula estaba llena de estudiantes y el maestro, el Sr. Gómez, sonreía. Sofía tomó la iniciativa:
"Nosotras queremos hablarles de los árboles y cómo nos ayudan."
Valentina, emocionada, agregó:
"Porque sin ellos, no podríamos respirar como lo hacemos ahora!"
Las hermanas compartieron datos interesantes y llenaron su exposición de imágenes coloridas. Al final, todos aplaudieron. Clara se dio cuenta de que su intento de arruinar la presentación no había funcionado y sintió envidia. Pero, en lugar de sentirse mal, en su interior comenzó a reflexionar.
Esa misma tarde, Clara se acercó a las hermanas mientras estaban en el patio de recreo.
"Chicas, me gustaría disculparme. No quise hacer que se sintieran mal. A veces, me gustaría tener una hermana como ustedes."
"No te preocupes, Clara. No todos tenemos que estar siempre de acuerdo; lo importante es aprender a respetar y apoyarnos entre amigos," dijo Sofía.
"Sí, a veces la amistad tiene que ver con celebrar lo que cada uno puede aportar. Si necesitas ayuda o quieres jugar, ¡siempre serás bienvenida!" agregó Valentina, sonriendo.
Las tres chicas se sentaron juntas y Clara empezó a compartir sus ideas también. A medida que se conocían más, Clara comenzó a sentir que, además de ser amigas, podrían ser como una pequeña familia, aprendiendo unas de otras.
Cuando regresaron a casa, Ana las recibió con una sonrisa.
"¿Cómo les fue hoy?" preguntó emocionada.
"¡Todo salió bien, mamá!" respondió Sofía.
"Hicimos una gran presentación y ahora también somos amigas de Clara!"
"¡Eso es maravilloso, chicas! Recuerden siempre que lo más importante es el respeto y la lealtad entre ustedes y sus amigos."
A partir de ese día, Clara aprendió a valorar la unión y el apoyo de sus nuevas amigas, mientras Sofía y Valentina continuaron creciendo juntas, demostrando que el amor y la amistad pueden superar cualquier obstáculo. Y en el pequeño pueblo de San Alegría, las risas y los juegos compartidos llenaron los días de las tres amigas, dándose cuenta de que no necesitaban envidiar a los demás, sino más bien apoyarse mutuamente y celebrar sus diferencias con alegría.
Fin.
FIN.