Las líneas mágicas de Peluza


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un gato llamado Peluza. Peluza era un gato muy curioso y aventurero, siempre buscando nuevas formas de divertirse.

Un día, mientras exploraba por el vecindario, Peluza se encontró con algo muy peculiar: líneas dibujadas en la calle. Peluza se acercó a las líneas y comenzó a jugar con ellas, saltando de una a otra.

Pero entonces, notó algo extraño: cada vez que tocaba una línea con sus patas, esta cambiaba de color y forma. Fascinado por este descubrimiento, decidió seguir jugando y experimentar con las diferentes líneas. "¡Mira lo que puedo hacer!"- exclamó Peluza emocionado al ver cómo las líneas se transformaban bajo sus patas.

Sus amigos del vecindario comenzaron a notar los cambios en las líneas también y pronto todos estaban interesados en la nueva forma de expresión plástica que había descubierto Peluza.

El señor Cacho, el dueño del taller de arte del pueblo, escuchó sobre la habilidad especial de Peluza y decidió invitarlo a su clase para enseñarles a todos cómo usar las líneas como herramienta creativa.

Cuando llegaron al taller de arte, el señor Cacho les explicó a los niños cómo las líneas podían transmitir emociones y contar historias. Les mostró diferentes tipos de líneas: rectas, curvas, zigzag e incluso espirales. Los niños estaban fascinados. "Ahora es tu turno", dijo el señor Cacho mirando a Peluza.

"Demuéstrales lo que puedes hacer". Peluza se acercó a un lienzo en blanco y comenzó a saltar sobre él, dejando sus huellas en las diferentes líneas. Cada vez que tocaba el lienzo, las líneas cobraban vida y se transformaban en imágenes hermosas.

Los niños estaban maravillados por el talento de Peluza y rápidamente se unieron a él, creando sus propias obras de arte con las líneas. Juntos, descubrieron cómo usar la expresión plástica para contar historias y transmitir emociones.

Con el tiempo, Peluza se convirtió en una celebridad local gracias a su habilidad única. Organizaron una exposición de arte en el pueblo donde todos pudieron admirar las increíbles obras creadas por los niños inspirados por Peluza.

Pero lo más importante fue que Peluza enseñó a todos los niños del vecindario la importancia de ser curiosos y atreverse a explorar nuevas formas de expresión.

Les mostró que cada uno de ellos tenía un talento especial dentro de sí mismos, solo tenían que descubrirlo y dejarlo fluir. Así termina la historia del gato Peluza y las líneas en la expresión plástica.

Desde aquel día, el vecindario nunca volvió a ver las simples líneas dibujadas en la calle como algo ordinario; ahora eran vistas como una fuente infinita de creatividad y alegría. Y todo gracias al valiente e intrépido gato llamado Peluza.

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