Las Luces de la Amistad



Había una vez un adolescente llamado Juan que asistía a la escuela secundaria junto con sus amigos Martín, Sofía y Lucas. Ellos eran inseparables y siempre estaban buscando nuevas aventuras juntos.

Un día, mientras estaban en el recreo, se enteraron de un concurso de talentos que se iba a celebrar en la escuela. Estaban emocionados por la oportunidad de mostrar sus habilidades y decidieron formar un grupo para participar.

Martín era muy bueno tocando la guitarra, Sofía tenía una voz increíble y Lucas sabía bailar como nadie. Juan no tenía ninguna habilidad especial, pero eso no lo desanimó. Decidió ser el encargado de las luces y el sonido del grupo.

"¡Chicos, vamos a arrasar en ese concurso! Tenemos mucho talento", exclamó Juan emocionado. "¡Sí! ¡Vamos a ser los mejores!", respondió Martín entusiasmado. Ellos comenzaron a ensayar todos los días después de clases.

Trabajaron duro para perfeccionar su actuación y asegurarse de que todo saliera perfecto. A medida que se acercaba el día del concurso, Juan empezó a sentirse inseguro sobre su papel en el grupo. Pensaba que todos los demás tenían talentos especiales menos él.

"¿Qué puedo hacer yo? No tengo ninguna habilidad", pensó preocupado. Pero sus amigos notaron su tristeza y decidieron animarlo. "Juan, tú eres importante para nuestro grupo. Sin ti, nuestras actuaciones no tendrían las luces ni el sonido adecuados", le dijo Sofía con ternura.

Eso hizo que Juan se sintiera un poco mejor, pero aún tenía dudas sobre su participación en el concurso. Cuando llegó el día del concurso, los nervios de Juan estaban a flor de piel.

Mientras Martín, Sofía y Lucas brillaban en el escenario, él estaba detrás del telón, preparándose para encender las luces y ajustar el sonido. Pero justo cuando iba a comenzar su trabajo, las luces del escenario se apagaron repentinamente. Todos entraron en pánico y no sabían qué hacer.

Pero Juan recordó que había traído una linterna en su mochila por si acaso. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el escenario con la linterna y la encendió hacia ellos.

La luz era tenue pero suficiente para que pudieran continuar su actuación. El público aplaudió emocionado y los chicos recibieron una ovación de pie al terminar su presentación. "¡Lo logramos!", exclamaron todos felices mientras se abrazaban.

Juan se dio cuenta de que aunque no tuviera un talento especial como sus amigos, había descubierto algo importante: su habilidad para solucionar problemas y ayudar a los demás. A partir de ese día, Juan dejó de sentirse inseguro y comprendió que cada uno tiene algo único que ofrecer al mundo.

Y así continuaron viviendo nuevas aventuras juntos en la escuela secundaria.

FIN.

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