Las Maestras del Bosque Encantado
Era un día soleado en el Jardín de Infantes "Los Pequeñitos". Las dos maestras, Rosa y Clara, decidieron llevar a sus alumnos al bosque cercano para aprender sobre la naturaleza de una manera divertida.
"Hoy vamos a ser exploradores", dijo Rosa con una sonrisa. "Vamos a descubrir todos los secretos del bosque juntos".
Los niños aplaudieron emocionados y se pusieron sus mochilas llenas de lápices, cuadernos y unos snacks que les habían preparado sus familias. Al llegar al bosque, todos quedaron maravillados con los altos árboles, las flores de colores brillantes y el canto de los pájaros.
"Miren, un pajarito!", gritó Juanito, señalando hacia una rama. "¿Qué tipo de pajarito será?".
"Podemos averiguarlo", propuso Clara. "Tienen que observarlo con atención y luego lo buscaremos en nuestro libro de aves".
Mientras los niños dibujaban al pajarito, Rosa se dio cuenta de que detrás de un arbusto se movía algo. Se acercó y descubrió un grupo de ardillitas juguetonas.
"¡Miren, chicos!", exclamó. "¡Son ardillas!".
Los niños se quedaron fascinados observando a los pequeños animales correr y jugar. Sin embargo, de repente, las ardillitas comenzaron a saltar nerviosas, como si se sintieran amenazadas por algo.
"¿Qué les pasa?", preguntó Clara mientras se agachaba para estar a su altura. "¿Por qué están tan asustadas?".
Rosa y Clara se miraron y decidieron investigar. Siguieron a las ardillas hasta un claro del bosque. Allí encontraron un árbol gigante cuya corteza estaba un poco rota.
"Puede que aquí vivan las ardillas", observó Rosa. "Y si el árbol está lastimado, podría ser la causa de su miedo".
Decidieron que, además de aprender, también podían ayudar. Con una gran sonrisa, Rosa compartió su idea.
"Podemos hacer un pequeño trabajo de cuidado del bosque. Si cada uno de nosotros recoge un poco de basura, podemos proteger a estos animalitos y su hogar".
Con mucho entusiasmo, los chicos comenzaron a buscar residuos en el suelo, recolectando papeles y plásticos. Clara, con su amor por las plantas, también explicó la importancia de no dañar los árboles y respetar el entorno.
Mientras trabajaban, Juanito encontró un pequeño hongo.
- “¡Miren! ¡Un hongo! ¿Es peligroso? ”
- “No todas las setas son venenosas”, explicó Clara, “pero debemos ser cuidadosos y no tocar nada que no conozcamos”.
Así, aprendiendo con cada descubrimiento, el día pasó volando. De repente, unas nubes oscuras empezaron a asomarse en el cielo.
"Chicos, parece que se viene una lluvia", dijo Rosa mirando al cielo. - “Debemos regresar rápidamente".
Pero cuando volvieron al lugar donde habían dejado sus mochilas, se dieron cuenta de que una ardilla había decidido hacer una pequeña travesura. Había hecho un gran revuelo y esparció todos los snacks por el suelo.
"¡Noooo!", gritaron todos a la vez.
Pero Clara, con calma, sugirió. "Quizás la ardilla tenía mucha hambre. Podemos hacer algo bueno por ella y darle algunos de nuestros snacks, que al fin y al cabo, compartimos el mismo bosque".
Los niños aceptaron la idea, y juntos, pusieron un poco de almendras y maní en un lugar seguro lejos de la mochila. Cuando vieron a la ardilla comer, rieron y se sintieron felices por haber ayudado a un pequeño ser del bosque.
Finalmente, bajo una leve llovizna, las maestras y sus alumnos regresaron a la escuela, llenos de risas y enseñanzas. Aquel día no solo aprendieron sobre la naturaleza, sino también sobre la importancia de cuidar el lugar donde vivimos y compartir con los demás.
Cuando llegó el momento de irse, los niños, con una sonrisa en el rostro, prometieron cuidar del bosque siempre.
"¡Hasta la próxima, bosque!", gritaron al unísono.
Y así, se despidieron, llevando en sus corazones la magia y el amor por la naturaleza, y la promesa de un mundo mejor.
FIN.