Las Magas de la Playa Arcoíris



Era un día soleado en la Playa Arcoíris, donde el mar reflejaba todos los colores del espectro. Allí, un grupo de nenas muy especial se reunía cada tarde después de la escuela. Su nombre era "Las Magas de la Playa", y tenían una habilidad sorprendente: pintaban la arena con colores vibrantes que llenaban de alegría a todos los que pasaban.

La lider de la pandilla, Sofi, tenía una gran imaginación. Ella siempre decía:

"Si combinamos estos colores, podemos hacer magia y contar historias sin palabras."

Una tarde, mientras recolectaban conchitas para sus creaciones, encontraron una estrella de mar muy particular. La estrella era de un color azul intensamente brillante y tenía un brillo que iluminaba la arena.

"¡Miren esto!" exclamó Cami, mientras sostenía la estrella con cuidado.

"Parece mágica", comentó Lila, con los ojos llenos de asombro.

"¿Y si le pedimos un deseo?" sugirió Juani, emocionada.

Las nenas se miraron, y con un gesto de complicidad, levantaron la estrella juntas y gritaron al unísono:

"¡Queremos que todos los niños del mundo vengan a jugar con nosotros!"

De repente, un remolino de colores las envolvió, y cuando se disipó, frente a ellas había un grupo de niños de diferentes lugares, todos riendo y sonriendo.

A medida que jugaban, la playa se llenaba de risas y juegos. Sofi y sus amigas decidieron organizar un concurso de arte de arena. Todos los niños se agruparon y comenzaron a trabajar juntos.

"¡Vamos a hacer el castillo más grande del mundo!" gritó uno de los nuevos amigos, Max.

"Y que tenga mil colores", agregó Lila, muy entusiasmada.

Sin embargo, a medida que trabajaban, se dieron cuenta de que algunos niños eran un poco tímidos y no se unían a la diversión. Sofi, que siempre observaba todo, se acercó a una nena que estaba un poco apartada.

"Hola, ¿por qué no vienes a jugar con nosotros?" le preguntó.

La nena, llamada Ana, sonrió tímidamente.

"Me gusta pero no sé hacer castillos de arena...".

Sofi le dijo:

"No te preocupes, aquí somos un equipo. Vení, te enseñamos juntos!"

Ana, con una sonrisa más amplia, se unió al grupo. Las nenas le mostraron cómo apilar la arena y, juntas, lograron crear un hermoso castillo. Pronto, los demás niños también se acercaron para ayudar, y la magia de la amistad se hizo notar nuevamente.

Mientras trabajaban, se dieron cuenta de que las diferencias no importaban, todos podían aportar algo especial. Un niño que venía de lejos empezó a contar historias sobre su hogar, y pronto, todos se turnaron para compartir algo de su cultura.

Finalmente, las nenas y los niños terminaron el castillo, decorado con conchitas, flores, y muchas sonrisas. Antes de que el sol se ocultara, decidieron darle un nombre al castillo.

"¡Vamos a llamarlo el Castillo de la Amistad!" sugirió Juani.

"Y que siempre sea colorido y acogedor para todos los que vengan aquí" terminó Sofi.

Las nenas miraron su creación con orgullo. No solo habían construido un castillo, sino también amistad y unión. El brillo de la estrella de mar iluminó la escena mientras se despedían de sus nuevos amigos, que prometieron volver al día siguiente.

Al volver a casa, Sofi pensó en la magia que habían creado.

"Nunca subestimen el poder de la amistad y la creatividad", dijo mientras sus amigas asentían, llenas de alegría.

Prometieron seguir explorando la playa y creando aventuras mágicas juntos, recordando siempre que, si se unían, podían hacer cosas maravillosas, no sólo en la playa, sino en todo el mundo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!