Las Magas del Bosque Encantado
En un espeso y mágico bosque, vivían dos pequeñas magas llamadas Carolina y Camila. Carolina tenía un ojo verde y otro marrón, con su pelo dorado brillando al sol. Camila, por su parte, tenía ojos violetas como las flores más bellas y un pelo castaño que caía suavemente sobre sus hombros. Ambas compartían una gran amistad y pasión por la magia.
Un día, mientras recolectaban flores para sus pociones, escucharon un rumor sobre la malvada reina Morticia, quien había lanzado un hechizo que secaba las flores del bosque. Las plantas estaban empezando a marchitarse, y eso llenaba de tristeza a todos los seres que habitaban el lugar.
"¡No puedo permitir que esto siga así!", exclamó Carolina.
"¡Nosotras debemos ayudar!", respondió Camila con determinación.
Decidieron que tenían que viajar al castillo de Morticia y enfrentarse a ella. Pero, antes de salir, sabían que necesitaban un plan. Se sentaron bajo un gran árbol y comenzaron a pensar.
"Yo puedo usar mi magia para crear una ilusión y distraerla", dijo Camila.
"Y yo puedo invocar una lluvia de pétalos que le confunda", agregó Carolina.
Juntas, se prepararon. Con los ojos cerrados, comenzaron a conjurar un hechizo de protección antes de emprender su viaje. Al llegar al castillo, se encontraron con grandes puertas de hierro y una atmósfera tenebrosa.
Al abrir las puertas, se dieron cuenta de que la reina estaba en una gran sala, rodeada de plantas marchitas que había capturado.
"¿Quiénes son ustedes?", preguntó Morticia, sorprendida.
"¡Nosotras somos las magas del bosque y estamos aquí para detenerte!", respondió Carolina con valentía.
La reina rió con desprecio.
"¿Creen que pueden detenerme? ¡Nadie puede poner fin a mi poder!"
Sin perder tiempo, las chicas comenzaron a poner en marcha su plan. Camila lanzó su ilusión, creando una imagen de un enorme monstruo muy divertido. Morticia se asustó, y en ese momento, Carolina hizo llover pétalos de colores alrededor de la reina.
"¡Eso no me detendrá!", gritó Morticia furiosa.
"Tal vez no, pero no estás en control aquí", dijo Camila mientras seguía lanzando ilusiones en movimiento.
Embelesada por las coloridas imágenes y los pétalos que la rodeaban, Morticia se distrajo tanto que su magia empezó a tambalearse. En ese momento, las chicas unieron sus poderes. Carolina cantó una canción mágica mientras Camila recitaba un hechizo.
"Con la fuerza de la amistad y la risa, secamos la tristeza y todo lo que no brilla, que la luz regrese a nuestro hogar, reina Morticia, ya es hora de parar."
De repente, una luz intensa se iluminó en la sala. Los colores retrataron la bondad y lo alegre, y poco a poco, Morticia comenzó a cambiar. El poder de la amistad y la colaboración había hecho efecto.
"¿Qué está pasando?", murmuró Morticia, sintiéndose extraña.
"Estás descubriendo que la felicidad se comparte, y que tu magia se puede usar para lo bueno", dijo Carolina.
Morticia se dio cuenta de lo que había estado haciendo y cómo había dejado que la oscuridad la dominara.
"¿Es posible que yo (...) pueda ser diferente?", susurró, asombrada.
Las chicas asintieron.
"Sí, siempre hay tiempo para cambiar y hacer el bien", respondió Camila, extendiéndole la mano.
"Ven, únete a nosotras y dejemos juntas que el bosque florezca nuevamente."
Así, lo que comenzó como un encuentro entre tres potencias mágicas, terminó en una hermosa amistad. Morticia, tocada por el amor de Carolina y Camila, decidió usar sus poderes para el bien. En poco tiempo, el bosque se llenó de flores vibrantes, risas de los animales y canciones que danzaban en el aire.
Las tres, ahora unidas, cuidaban del bosque cada día, enseñando a otros a encontrar la fuerza en la amistad y a usar la magia de manera positiva.
Y así, el bosque dejó de ser un lugar oscuro y triste, convirtiéndose en el lugar más hermoso y lleno de vida. Las magas y la reina vivieron felices, recordando siempre que la verdadera magia proviene del amor y la colaboración.
FIN.