Las Manchas de Una Mañana de Sol
Una mañana de sol, la vaca más coqueta de la granja, llamada Lulú, se despertó con los primeros rayos del día colándose por la ventana de su establo. Se estiró, se peinó con su larga cola y decidió que era un buen momento para mirarse en el charco de agua que había justo afuera.
Se acercó al charco y, al mirarse, exclamó:
- ¡Ay, no puedo creerlo! ¡Tengo un montón de manchas negras en mi cuero! - Lulú siempre había creído que su piel era perfectamente blanca y suave, digna de una reina.
Desesperada, salió corriendo hacia el corral.
- ¿Alguien puede explicarme por qué tengo manchas? - preguntó con voz preocupada.
El gallo, Don Pío, que siempre se sentía importante, no tardó en contestar.
- Lulú, querida, las manchas son parte de ti. Cada ser en esta granja es único a su manera. -
Lulú frunció el ceño.
- Pero yo quiero ser como la oveja, que tiene un blanco perfecto. -
La oveja, Ovelia, que estaba pastando cerca, respondió con dulzura.
- Pero, Lulú, yo me siento muy orgullosa de ser una oveja. Y tú deberías sentirte orgullosa de ser una vaca con manchas. Las manchas no te hacen menos hermosa, al contrario, ¡te hacen destacar!
Lulú se quedó pensativa.
- No lo había visto de esa forma. Pero no sé si puedo aceptar lo que veo. -
En ese momento, el viejo perro de la granja, Rocco, se acercó, moviendo la cola.
- Escuché lo que decís, Lulú. Cuando llegué a esta granja, era un cachorro con una pata torcida. Al principio, me sentía diferente y triste. Pero con el tiempo, aprendí a aceptar mis imperfecciones. Ellas me hicieron ser quien soy y me enseñaron a quererme. -
Lulú escuchó atentamente, pero aún no se sentía convencida.
- ¿Y si algún día vino un fotógrafo a la granja y quería tomar retratos? - preguntó preocupada.
- ¡Eso sería genial! - dijo Ovelia.
- Un fotógrafo vendría a retratar la belleza de la vida en la granja. Todos somos especiales en nuestro propio modo. -
- ¡Yo tengo una idea! - dijo Don Pío entusiasmado.
- Haremos una exposición de fotos y cada uno mostrará lo que lo hace único. Lulú, tú serás la estrella y tus manchas serán un emblema de tu belleza y singularidad. -
Lulú sonrió.
- ¿De verdad creen que mis manchas pueden ser algo positivo? -
- Por supuesto - aseguró Rocco -. Y para demostrarlo, podrías pintar tus manchas con colores brillantes para la exhibición; esas serán tus "marcas de alegría". -
La idea entusiasmó a Lulú. Con la ayuda de sus amigos, se fue a buscar pintura no tóxica de colores vivos. Y así, entre risas, pinceladas y mucha diversión, Lulú se convirtió en la vaca más colorida y feliz de la granja.
El gran día de la exhibición llegó y todos en la granja estaban emocionados. Los visitantes llegaron de todos lados y quedaron maravillados con las fotos de cada uno.
Cuando al fin Lulú posó para el fotógrafo, no solo sus manchas resaltaban, sino que su sonrisa iluminaba todo a su alrededor.
- ¡Eres preciosa! - exclamó un niño que estaba entre el público.
- ¡Sí, Lulú! Tus manchas ahora brillan como estrellas. -
Desde ese día, Lulú nunca más se sintió insegura acerca de su apariencia. Aceptó sus manchas y, más importante aún, aprendió que la verdadera belleza viene de dentro y que la amistad puede ayudar a ver lo especial que cada uno lleva dentro.
Y así, la granja continuó llena de amor, amistad y, sobre todo, una gran lección:
- La diversidad nos hace únicos y especiales, y ser diferente es, sin duda, motivo de celebrar.
Con el tiempo, Lulú se convirtió en un símbolo de confianza en la granja, y todos aprendieron a aceptar sus peculiaridades. Las manchas de Lulú pasaron a ser una expresión de alegría y color; su historia se convirtió en leyenda, inspirando a otros a ver su propia belleza.
Y así, muchos años después, en cada granja, hay una vaca coqueta con manchas que recuerda a todos que ser diferentes es una razón para brillar.
Saludaron al sol, al viento y a todos los días que traen consigo nuevas oportunidades de aceptarnos y querernos tal como somos.
FIN.