Las Manzanas de Jorge



Era un día soleado y brillante en el pequeño pueblo de Los Manzanos. Jorge, un niño de diez años, decidió que era el momento perfecto para ayudar a su abuelito, quien siempre le hablaba de lo deliciosas que eran las manzanas de su huerta. Esa mañana, Jorge se puso su gorra favorita y salió al jardín.

"¡Hoy recogeré muchas manzanas para el abuelo!", se dijo a sí mismo con una sonrisa.

Cuando llegó a la huerta, se dio cuenta de que los árboles estaban cargados de manzanas rojas y jugosas. No era la primera vez que recogía frutas, pero sí la primera vez que lo hacía para hacerle una sorpresa a su abuelo, quien había estado un poco cansado últimamente.

Jorge comenzó a llenar su canasta, pero de pronto notó algo extraño. En una esquina de la huerta, había un árbol de manzanas que parecía tener una rama muy baja, llena de frutas.

"¿Qué raro?", murmuró. "Es como si me llamara".

Se acercó al árbol y, al tocar la rama, escuchó un suave susurro.

"¿Me ayudas, Jorge?", dijo la rama.

Jorge se echó a reír, pensando que estaba soñando.

"¿Los árboles hablan?", exclamó divertido.

"Sí, y necesito tu ayuda. Mis frutas son las más deliciosas, pero mis amigos en el árbol de al lado están un poco tristes porque sus manzanas no son tan espléndidas. Ayúdame a alegrarlos, por favor".

Intrigado, Jorge decidió ayudar. Reunió sus fuerzas y comenzó a recoger las manzanas más bonitas del árbol que le hablaba. Luego, se dirigió al árbol vecino.

"Hola, amigos", saludó con alegría. "Vengo a ayudarles".

Los árboles, sorprendentemente, respondieron.

"¿Cómo?", preguntó uno de ellos. "No tenemos las manzanas más brillantes como tú".

"Eso se puede cambiar", dijo Jorge entusiasmado. George recordó lo que su abuelito le había enseñado sobre la importancia de la amistad y la colaboración. Entonces decidió que podía ayudar a los árboles a hacer que sus manzanas fueran aún más ricas.

Pasó la tarde entusiasmado mezclando las manzanas de los dos árboles y les dio un poco de agua especial que había aprendido a preparar con cosechas frescas y amor.

Al caer la tarde, las manzanas del árbol vecino comenzaron a brillar con un color vibrante, igual que las del árbol que había hablado.

"¡Increíble!", exclamó Jorge, feliz. "Ahora son todas hermosas".

Cuando terminó, la huerta se inundó de colores increíbles. Pero, Jorge también recordó que no podía llevarse todas las manzanas solo para su abuelito. Entonces, se le ocurrió una idea brillante.

"¿Qué tal si hacemos una buena tarta de manzana y la compartimos?", propuso Jorge a los árboles.

"¡Sí! ¡Eso sería maravilloso!", respondieron con alegría.

"Pero no tengo todos los ingredientes. Necesito harina y azúcar", añadió Jorge.

Jorge corrió a casa y le contó todo a su abuelito mientras buscaba los ingredientes.

"¿Qué has estado haciendo, Jorge?", preguntó su abuelo, con una sonrisa curiosa.

"Recogí manzanas para hacer una tarta, pero hay mucho más, abuelo. Los árboles hablaron conmigo y ¡los ayudé! Ahora todos tenemos manzanas brillantes y hermosas, y quiero hacer algo especial".

El abuelo, emocionado y sorprendido, se unió a Jorge y juntos comenzaron a preparar la tarta. Mientras amasaban la masa y mezclaban los ingredientes, Jorge compartía la historia de cómo los árboles le habían hablado y cómo se había sentido al ayudar a sus amigos.

"Sabés, Jorge, hay muchos pequeños momentos que pueden convertirse en grandes recuerdos. Este será uno de ellos", le dijo su abuelo, mientras revolvían la mezcla.

Finalmente, la tarta salió del horno con un aroma delicioso. Ambos se sentaron en la mesa y disfrutaron de ese momento especial.

"¡Es la mejor tarta que he comido!", exclamó el abuelo, llenando su plato.

"Y todo gracias a los árboles amigos", respondió Jorge, sonriendo.

Desde ese día, Jorge no solo aprendió a recoger manzanas y hacer tartas, sino que también comprendió la importancia de la amistad y la generosidad. Y cada vez que miraba ese hermoso árbol de manzanas en el jardín, se acordaba de su aventura y de lo mucho que había disfrutado ayudar a otros.

Y así, Las Manzanas de Jorge se convirtieron en una historia que los abuelos contaban a sus nietos, un relato de bondad, trabajo en equipo y el valor de compartir y ayudar a los demás.

FIN.

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