Las manzanas mágicas de Manolo
Había una vez un hermoso huerto lleno de árboles frutales. Entre ellos, se encontraba un manzano muy especial llamado Manolo. Manolo era diferente a los demás manzanos, ya que sus manzanas eran de colores vivos y brillantes.
Todas las mañanas, Manolo saludaba al sol con alegría y le agradecía por darle vida. Él sabía que su misión en el huerto era brindar felicidad a todos aquellos que lo visitaran.
Un día, llegaron al huerto dos niños llamados Martín y Sofía. Ambos estaban muy emocionados por reagarrar manzanas frescas y deliciosas.
Se acercaron a Manolo y le preguntaron:- ¡Hola, señor Manzano! ¿Podemos agarrar algunas de tus deliciosas manzanas? Manolo sonrió y les respondió:- Por supuesto, queridos niños. Pero antes, déjenme contarles algo importante sobre mis manzanas. Los niños se sentaron junto a Manolo y escucharon atentamente mientras él les contaba la historia de cómo cada una de sus manzanas tenía un poder mágico.
- Mis manzanas tienen el poder de hacer realidad los deseos más profundos -dijo Manolo-. Pero solo funcionan si las compartes con alguien especial. Martín y Sofía quedaron maravillados ante esta revelación.
Decidieron llevarse algunas manzanas para probar si esto era cierto. A medida que caminaban por el huerto, los niños comenzaron a notar algo extraordinario: cada vez que compartían una manzana con alguien, ese deseo se hacía realidad.
Martín deseó tener una bicicleta y Sofía deseó que su abuela se sintiera mejor. Al llegar a casa, los niños siguieron compartiendo las manzanas mágicas con su familia y amigos. Pronto, todo el vecindario estaba lleno de risas y alegría gracias a las manzanas de Manolo.
Sin embargo, un día algo inesperado ocurrió. Un malvado pájaro llamado Lucas comenzó a robar las manzanas mágicas del huerto. Esto preocupaba mucho a Manolo, ya que sabía que sin sus manzanas, la felicidad desaparecería del lugar.
Martín y Sofía decidieron ayudar a su amigo Manolo a recuperar las manzanas. Idearon un plan para ahuyentar al pájaro utilizando objetos brillantes y ruidosos. Trabajaron en equipo y juntos lograron espantar al ave ladrona.
Con las manzanas nuevamente en su lugar, la alegría volvió al huerto. El sol brillaba más fuerte que nunca y todos los árboles frutales celebraban el triunfo junto a Manolo, Martín y Sofía.
Desde ese día, el huerto se convirtió en un lugar muy especial donde todos aprendieron la importancia de compartir y cuidar lo que es valioso para nosotros. Las manzanas mágicas de Manolo continuaron haciendo realidad los deseos de aquellos que creían en ellas.
Y así termina nuestra historia: con un mensaje claro sobre la importancia de compartir nuestras bendiciones con los demás. Porque cuando compartimos con amor, la magia siempre está presente en nuestras vidas.
FIN.