Las Marías, estrellas de la gimnasia
Había una vez en Nicaragua, tres niñas llamadas María que tenían un sueño en común: convertirse en las mejores atletas de gimnasia artística del país y brillar en competencias internacionales.
María Fernanda era la mayor y la más decidida, siempre motivando a sus hermanas menores, María Alejandra y María Gabriela, a dar lo mejor de ellas. Las tres Marías entrenaban arduamente todos los días después de clases. Saltos, piruetas, equilibrio; cada movimiento debía ser perfecto.
A pesar de los desafíos y caídas, nunca perdían el ánimo gracias al apoyo incondicional de su maestra Belkis Barroso, una talentosa cubana que les enseñaba con pasión y dedicación.
Un día, mientras se preparaban para una importante competencia nacional, las Marías recibieron la noticia de que una reconocida entrenadora extranjera vendría a observarlas. La presión aumentó, pero María Fernanda recordó las palabras de su maestra Belkis: "Confíen en su entrenamiento y den lo mejor de ustedes. El resto fluirá".
Llegó el día del torneo y las Marías mostraron todo su talento en el tapiz. Cada salto era como poesía en movimiento, cada pirueta irradiaba gracia y elegancia.
La audiencia estaba impresionada por la destreza de las jóvenes atletas. Al finalizar la competencia, la entrenadora extranjera se acercó a ellas con una sonrisa. "-¡Son increíbles! ¡Tienen un gran potencial!", exclamó emocionada. Las Marías se miraron entre sí con alegría y emoción.
Días después, recibieron una invitación para representar a Nicaragua en un campeonato internacional. Estaban felices pero también nerviosas por la responsabilidad que eso implicaba. Sin embargo, confiaban en su preparación y en el apoyo incondicional de su maestra Belkis.
En el campeonato internacional, las Marías dieron lo mejor de sí mismas. Cada rutina era ejecutada con precisión y pasión. A pesar de la fuerte competencia, nunca perdieron la determinación ni la calma. Finalmente llegó el momento crucial: la premiación.
Las Marías aguardaban ansiosas junto a sus compañeras de otros países. Cuando anunciaron el resultado, no podían creerlo: ¡habían ganado medallas! La emoción invadió a las tres hermanas mientras subían al podio para recibir sus merecidas distinciones.
Desde ese día, las Marías se convirtieron en inspiración para muchos niños nicaragüenses que veían en ellas el reflejo del esfuerzo, dedicación y trabajo duro.
Y así demostraron que con determinación, apoyo mutuo y perseverancia; ¡los sueños pueden hacerse realidad!
FIN.