Las Mariposas de Benjamín



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoiris, un niño llamado Benjamín que vivía en un orfanato. Benjamín era especial, tenía el cabello blanco como la nieve y unos ojos tan rojos como el fuego.

Era albino y su aspecto lo hacía diferente a los demás niños del orfanato. Desde que llegó al orfanato, los otros niños se burlaban de él por ser distinto. Le decían cosas feas y se reían de su apariencia única.

Incluso llegaron a golpearlo y lastimarlo, causándole heridas tanto físicas como emocionales.

Un día, mientras Benjamín estaba solo en el patio del orfanato, llorando por las agresiones que recibía a diario, escuchó una voz suave que le hablaba:"¿Estás bien?", preguntó la voz. Benjamín levantó la vista y vio a una mariposa posada en una flor cercana. La mariposa parecía brillar con colores mágicos y sus alas batían con delicadeza. "Sí...

estoy triste", respondió Benjamín con timidez. La mariposa revoloteó hasta quedar frente a los ojos rojos de Benjamín y le dijo: "No estás solo, siempre hay belleza dentro de ti aunque los demás no puedan verla".

Benjamín se sorprendió al escuchar esas palabras reconfortantes de parte de la mariposa. Nunca antes había sentido tanta calidez en un simple gesto natural. A partir de ese día, cada vez que se sentía triste o solo, Benjamín buscaba a las mariposas del jardín del orfanato.

Ellas le recordaban que era único y especial tal como era. Un día soleado, mientras jugaba en el patio del orfanato, uno de los niños comenzó nuevamente a molestarlo e insultarlo por ser diferente.

Pero esta vez algo inesperado sucedió: las mariposas empezaron a revolotear alrededor de Benjamín formando un arcoíris multicolor sobre su cabeza. Los niños quedaron asombrados ante aquel espectáculo mágico y dejaron de burlarse de él.

Se dieron cuenta de la belleza interior que poseía Benjamín y cómo las mariposas lo rodeaban con amor y protección. Desde ese día, los niños del orfanato aprendieron a valorar las diferencias y a respetar a Benjamín por ser quien era.

Ya no lo molestaban ni lo lastimaban; al contrario, se convirtieron en sus amigos más fieles. Benjamín descubrió que la verdadera magia reside en aceptarse a uno mismo tal como es y encontrar belleza en cada aspecto único que nos hace especiales.

Y así, entre risas y juegos junto a sus nuevos amigos, supo que nunca más estaría solo porque siempre tendría el amor incondicional de las maravillosas mariposas del jardín del orfanato Arcoiris.

FIN.

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