Las Mariposas de Cristal



Había una vez en Muneta, un pequeño pueblo rodeado de verdes praderas y coloridas flores, donde vivía Panpi, una mariposa de alas brillantes y colores tan hermosos que parecían pintados a mano.

Panpi era conocida en todo el lugar por su gracia al volar y su alegría contagiosa. Todos los días revoloteaba de flor en flor, llevando consigo polen para ayudar a las plantas a crecer fuertes y hermosas.

Un día soleado de primavera, Panpi conoció a Mili, una abejita muy trabajadora que recolectaba néctar para hacer miel. Desde ese momento, se hicieron inseparables y juntas emprendieron aventuras por todo Muneta.

Un día, mientras exploraban un bosque cercano, Panpi encontró un capullo misterioso entre las ramas de un árbol. Intrigada, decidió acercarse para investigar. "¡Mira Mili! ¡Qué extraño capullo!", exclamó Panpi emocionada. "¡Sí! Nunca vi algo así antes", respondió Mili zumbando alrededor del capullo.

Días pasaron y el capullo comenzó a abrirse lentamente frente a sus ojos asombrados. De él emergió una mariposa distinta a todas las demás que habían visto antes: era Iris, una mariposa transparente con destellos iridiscentes.

Iris les contó sobre su vida como oruga y cómo había tejido su capullo para transformarse en la hermosa mariposa que ahora era. Admiradas por su historia, Panpi y Mili decidieron acompañar a Iris en sus vuelos por el pueblo.

Juntas recorrieron cada rincón de Muneta, compartiendo alegría y amistad con todos los seres que habitaban allí. Sin embargo, una tarde oscura de otoño, Iris notó algo extraño en su cuerpo transparente: comenzaba a perder brillo y tornarse opaco. "¡Oh no! ¿Qué me está pasando?", exclamó Iris preocupada.

"Tranquila amiga", dijo Panpi posándose junto a ella. "Es parte del ciclo natural de la vida. Pronto te convertirás en polvo de estrellas para dar vida a nuevas plantas".

Con el corazón apretado pero lleno de gratitud por haber vivido tantas experiencias junto a sus amigas mariposas e insectos del bosque, Iris se despidió amorosamente antes de desaparecer entre destellos dorados hacia el cielo. Panpi y Mili recordaron siempre con cariño a Iris mientras continuaban explorando Muneta juntas.

Aprendieron que la belleza efímera es parte fundamental del ciclo de la naturaleza y que cada ser vivo tiene un propósito especial en este mundo tan diverso e increíblemente sorprendente.

Y así fue como las tres mariposas se convirtieron en leyenda en Muneta: símbolos eternos del valor de la amistad verdadera y la importancia de disfrutar cada momento como si fuera único e irrepetible.

FIN.

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