Las mariposas del corazón



Mateo era un niño muy curioso que vivía en un hermoso pueblo rodeado de colinas verdes y flores multicolores.

Pero lo que hacía a Mateo realmente especial era su habilidad única: podía ver las emociones de las personas como coloridas mariposas que revoloteaban a su alrededor. Un día, mientras paseaba por el mercado del pueblo, Mateo vio una mariposa triste posada sobre el hombro de un señor mayor.

Se acercó con cuidado y le preguntó:- Disculpe, señor, ¿por qué tiene esa mariposa triste sobre su hombro? El señor mayor miró sorprendido a Mateo y le respondió:- Hace muchos años perdí a mi esposa, y desde entonces me siento muy solo y triste.

Mateo comprendió de inmediato la tristeza del señor mayor. Decidió hacer algo para ayudarlo a encontrar la felicidad nuevamente. Recordando una antigua leyenda del pueblo sobre una flor mágica capaz de alegrar los corazones apagados, se puso manos a la obra.

Recorrió cada rincón del pueblo en busca de esa flor mágica hasta que finalmente la encontró escondida detrás de una cascada en lo más profundo del bosque. Lleno de emoción, regresó al hogar del señor mayor llevando consigo la preciada flor.

Cuando llegó, colocó delicadamente la flor frente al hombre y dijo:- Señor, encontré esta flor mágica que puede alegrar los corazones apagados. Tal vez pueda ayudarlo a encontrar un poco de felicidad nuevamente.

El señor mayor, conmovido por el gesto de Mateo, sonrió y agradeció. Tomó la flor en sus manos y sintió cómo su corazón se llenaba de esperanza. Poco a poco, el pueblo comenzó a notar un cambio en el señor mayor.

Su tristeza se iba desvaneciendo y una sonrisa volvía a iluminar su rostro. Las mariposas que revoloteaban alrededor de Mateo ahora eran más brillantes y felices. La noticia sobre la habilidad especial de Mateo se extendió rápidamente por todo el pueblo.

Los habitantes del lugar comenzaron a acercarse a él en busca de ayuda para encontrar la felicidad perdida. Mateo, siempre dispuesto a ayudar, decidió abrir un pequeño taller donde enseñaría a las personas cómo encontrar la alegría dentro de sí mismas.

Enseñaba técnicas para controlar las emociones negativas e invitaba a todos los habitantes del pueblo a crear un ambiente lleno de amor y comprensión.

Con el tiempo, el pequeño taller se convirtió en un lugar muy visitado por niños y adultos que buscaban aprender sobre las emociones y cómo manejarlas adecuadamente. El pueblo entero se transformó en un lugar lleno de risas, abrazos y colores vibrantes.

Y así fue como Mateo, con su habilidad especial para ver las emociones como coloridas mariposas, logró convertir su pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y flores multicolores en un rincón lleno de felicidad y armonía para todos sus habitantes.

Desde ese día, cada vez que veían una mariposa revoloteando a su alrededor, recordaban la importancia de valorar y cuidar sus emociones para poder vivir en paz y alegría.

Y así, Mateo siguió ayudando a las personas a encontrar la felicidad y el equilibrio emocional, llevando consigo siempre una sonrisa y un corazón lleno de amor.

FIN.

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