Las Mariposas Guardianas del Bosque



Había una vez en un bosque encantado, unas mariposas de colores muy especiales. Estas mariposas no solo eran hermosas, sino que también tenían un poder mágico: podían cambiar el color de las cosas con tan solo tocarlas.

Un día, una mariposa llamada Violeta decidió explorar más allá del bosque y se aventuró hacia el pueblo cercano. Al posarse en una flor blanca, esta se tiñó de un brillante color morado.

Los habitantes del pueblo quedaron sorprendidos al ver la transformación y comenzaron a seguir a Violeta por todas partes. "¡Miren lo que puede hacer esta mariposa! ¡Es increíble!" -exclamaban todos emocionados. Violeta, sintiéndose abrumada por tanta atención, decidió regresar al bosque.

En su camino de vuelta, se encontró con sus amigas Maribel y Celeste, quienes estaban preocupadas por ella. "¿Qué te pasó? Te vimos rodeada de gente del pueblo", preguntó Maribel. "Sí, todos querían ver mi poder mágico. Pero me sentí incómoda.

No quiero ser famosa, solo quiero ser yo misma", respondió Violeta con tristeza. Maribel y Celeste entendieron los sentimientos de su amiga y decidieron acompañarla en su regreso al bosque.

Sin embargo, cuando llegaron descubrieron que algo extraño estaba ocurriendo: el bosque entero había perdido sus colores y ahora lucía gris y sombrío. "¡Qué ha pasado aquí! ¡El bosque ya no es mágico sin nuestros colores!" -exclamó Celeste alarmada.

Las tres amigas sabían que debían hacer algo para devolver la magia al bosque. Así que juntaron sus fuerzas y comenzaron a revolotear por todo el lugar tocando árboles, flores y animales con sus alas brillantes.

Poco a poco, los colores fueron regresando y el bosque volvió a cobrar vida. Los habitantes del pueblo también se dieron cuenta del cambio y acudieron al bosque para ver qué ocurría.

Al presenciar la belleza restaurada del lugar gracias al esfuerzo de las mariposas de colores, comprendieron la importancia de cuidar la naturaleza y valorar la magia que las rodeaba.

Desde ese día en adelante, Violeta, Maribel y Celeste siguieron embelleciendo el mundo con sus colores mágicos pero esta vez sin buscar fama ni reconocimiento; simplemente lo hacían por amor a la naturaleza y a todos los seres vivos que habitaban en ella. Y así demostraron que la verdadera magia reside en compartir nuestros dones especiales para hacer del mundo un lugar mejor para todos.

FIN.

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