Las Mariposas Guardianas del Jardín



Había una vez, en un hermoso jardín lleno de flores multicolores, un grupo de mariposas muy curiosas y aventureras. Siempre estaban buscando nuevas experiencias y lugares por descubrir.

Un soleado día, las mariposas decidieron salir a pasear y disfrutar del mundo exterior. Con sus alas coloridas y brillantes, volaban de flor en flor, explorando cada rincón del jardín. Pero justo cuando estaban preparadas para volar más lejos, sus papás aparecieron preocupados.

"¡Es demasiado peligroso! No pueden ir tan lejos sin nosotros", dijo la mamá mariposa con voz suave pero firme. "¡Pero mamá! Solo queremos ver qué hay más allá del jardín", respondió una de las pequeñas mariposas llamada Lucía.

Los papás se miraron entre sí con ternura y comprensión. Sabían que sus hijas tenían ganas de explorar el mundo exterior, pero también querían mantenerlas seguras.

"Pueden ir a dar un paseo cerca del arroyo, pero no vayan muy lejos", dijo el papá mariposa mientras acariciaba las antenas de Lucía. Las mariposas aceptaron la propuesta con alegría y rápidamente se dirigieron al arroyo.

Allí encontraron un lugar tranquilo donde posarse y pensar en lo que podrían hacer para cumplir su deseo de explorar más allá del jardín. De repente, escucharon una vocecita proveniente del césped: "¡Hola amiguitas! ¿Qué hacen aquí?"Era Tomi el caracol, quien siempre estaba dispuesto a ayudar y compartir sus aventuras.

Las mariposas se acercaron a él y le contaron su deseo de volar más allá del jardín. "¡Qué interesante!", exclamó Tomi. "Yo conozco un lugar mágico donde podrían ir, pero tendríamos que caminar mucho". Las mariposas se emocionaron al escuchar esto y decidieron seguir a Tomi en su aventura.

Juntos, atravesaron el césped, esquivando las piedras y los arbustos, hasta llegar a un hermoso bosque lleno de árboles altos y frondosos. Mientras caminaban por el bosque, las mariposas aprendieron muchas cosas nuevas.

Tomi les enseñó sobre la importancia de cuidar la naturaleza y respetar a todos los seres vivos que habitan en ella. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente de unos arbustos cercanos. Con curiosidad, se acercaron sigilosamente para ver qué era.

Para su sorpresa, encontraron una familia de pajaritos en apuros. Los polluelos estaban atrapados entre las ramas y no podían volar. Sin pensarlo dos veces, las valientes mariposas utilizaron sus delicadas alas para liberar a los pajaritos.

Fue un trabajo en equipo increíblemente emocionante. Los papás pájaros estaban muy agradecidos por la ayuda oportuna de las mariposas. Les ofrecieron una recompensa especial: volar con ellos hacia el cielo azul y contemplar desde arriba todo lo hermoso del mundo.

Las mariposas aceptaron encantadas y, junto a los pájaros, volaron por el cielo en una danza mágica. Desde las alturas, pudieron ver montañas majestuosas, ríos cristalinos y campos llenos de flores.

Finalmente, las mariposas regresaron al jardín con corazones llenos de gratitud y alegría. Comprendieron que aunque no pudieron volar tan lejos como querían inicialmente, su aventura en el bosque les enseñó valiosas lecciones sobre amistad, solidaridad y respeto por la naturaleza.

Desde aquel día, las mariposas se convirtieron en guardianas del jardín. Cuidaban de cada flor con amor y compartían sus conocimientos con todas las demás criaturas que habitaban allí.

Y así, cada vez que salían a pasear por el jardín o disfrutaban de un helado refrescante en compañía de sus papás, recordaban la importancia de ser valientes e inspirarse mutuamente para seguir explorando el mundo que los rodea.

FIN.

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