Las mariposas valientes



Había una vez un hermoso jardín donde vivían mariposas de todos los colores imaginables. Cada día, las mariposas volaban libremente entre las flores y se divertían jugando al escondite.

Un día, mientras las mariposas bailaban alrededor de una margarita, notaron algo extraño en el cielo. Eran unas nubes oscuras que se acercaban rápidamente. Las mariposas comenzaron a preocuparse porque sabían que la lluvia estaba por llegar. Entre ellas, había una pequeña mariposa llamada Violeta.

Aunque era la más pequeña del grupo, tenía un espíritu valiente y siempre estaba dispuesta a ayudar a sus amigos. Se acercó a todas las demás y les dijo:-¡Amigas! Debemos encontrar refugio antes de que empiece la lluvia.

Las mariposas comenzaron a volar frenéticamente en busca de un lugar seguro para resguardarse. Pero no encontraban ninguno y el tiempo empeoraba cada vez más. Fue entonces cuando Violeta tuvo una idea brillante.

Recordó haber visto una cueva cerca del jardín durante uno de sus vuelos exploratorios. Sin dudarlo, les dijo a las demás:-Chicas, ¡siganme! Conozco un lugar donde podremos estar protegidas hasta que pase la tormenta. Las otras mariposas confiaron en Violeta y decidieron seguirla sin pensarlo dos veces.

Volando lo más rápido que podían, llegaron finalmente a la cueva justo antes de que empezara a llover torrencialmente. Dentro de la cueva, todas estaban seguras y secas.

Pero algo preocupaba a Violeta, ya que sabía que la lluvia podría durar mucho tiempo y las mariposas necesitaban alimentarse de néctar para sobrevivir. Decidida a encontrar una solución, Violeta les dijo:-Chicas, no podemos quedarnos aquí sin comer. Debemos buscar una salida y encontrar flores donde podamos alimentarnos.

Las mariposas miraron a su alrededor y vieron un pequeño rayo de luz que entraba por un agujero en la cueva. Rápidamente salieron volando hacia ese rayo de luz esperanzador.

Después de volar durante mucho tiempo, finalmente encontraron el jardín lleno de flores coloridas. Pero había un problema: todas las flores estaban cerradas debido a la lluvia pasada. Violeta no se rindió y tuvo otra idea brillante.

Les dijo a las demás:-Chicas, si todas batimos nuestras alas al mismo tiempo, tal vez podamos abrir las flores y así poder alimentarnos. Sin perder ni un segundo, todas las mariposas comenzaron a batir sus alas con todas sus fuerzas.

Y para sorpresa de ellas mismas, ¡las flores empezaron a abrirse una por una! Con cada flor abierta, las mariposas se llenaban de energía mientras disfrutaban del dulce néctar. Estaban tan felices que comenzaron a bailar entre las flores como nunca antes lo habían hecho.

Después de haberse alimentado lo suficiente, las mariposas regresaron a la cueva para descansar hasta que el clima mejorara completamente. Finalmente llegó el día en que el sol brillaba radiante en el jardín.

Las mariposas salieron de la cueva y volaron por todo el lugar, agradecidas por haber superado juntas la tormenta.

Violeta se acercó a todas las demás mariposas y les dijo:-Amigas, nuestro viaje no solo nos enseñó que podemos enfrentar cualquier desafío si trabajamos en equipo, sino también que dentro de cada una de nosotras hay una fuerza increíble para superar cualquier obstáculo. Desde aquel día, las mariposas siempre recordaron su valiente aventura y nunca dejaron que los problemas las detuvieran.

Volaban libremente entre las flores del jardín, compartiendo su belleza y alegría con todos los seres vivos que encontraban en su camino.

Y así, el viaje de las mariposas de colores se convirtió en una historia inspiradora para todos los habitantes del jardín, recordándoles que siempre hay esperanza incluso en los días más oscuros.

FIN.

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