Las Mascotas Inteligentes
Era un día soleado en el barrio y Luli y Gaspar estaban sentados en la vereda, cada uno con su mascota. Luli tenía un loro llamado Gabo, que adoraba repetir palabras y hacer ruidos divertidos. Gaspar, por otro lado, tenía un inteligente gato llamado Lui, que siempre parecía estar planeando algo, con esa mirada astuta que lo caracterizaba.
- ¡Hola, Luli! –saludó Gaspar–. Mirá cómo Gabo está repitiendo lo que le dije ayer. ¡Es un genio!
- Sí, es cierto que es muy charlatán. Pero ¿sabías que Lui puede abrir la puerta con su patita? –respondió Luli con orgullo–. Eso sí que es inteligencia.
Gaspar se rió y dijo:
- Abrir una puerta no es nada. Gabo puede imitar hasta el sonido del timbre. A veces pensamos que hay alguien en la casa, y es solo él haciendo su truco.
Luli, divertida, se cruzó de brazos y respondió:
- Tal vez, pero mi Gabo también tuvo un momento brillante el otro día. Se olvidó de cómo volar y se paseó por la calle, como si fuera un perro.
Ambos se rieron al imaginar a Gabo caminando como un perro entre los demás animales, y de a poco, la conversación se tornó en un juego. Desafiaron a sus mascotas a hacer trucos, Gabo repitió varias veces:
- ¡Luli! ¡Luli! ¡Gabo! –y todos los niños del barrio se acercaron, riéndose.
Gaspar aprovechó la atención y le dijo a Lui:
- Vamos, Lui, ¡hacé tu truco! “No es tan difícil como abrir una puerta” –bromeó.
Lui parecía estar pensativo, observando a su alrededor. De repente, una mariposa de colores brillantes pasó volando. Lui, en un movimiento rápido, salió corriendo detrás de ella.
- ¡Mirá eso! –gritó Gaspar–. ¡Lui está siguiendo a esa mariposa!
Gabo, emocionado por el espectáculo, comenzó a imitar el sonido de la mariposa revoloteando, causando que todos se rieran aún más. Pero lo que ninguno notó fue que la mariposa voló cerca de una vereda despareja y, al tocarla, se perdió en un pequeño arbusto.
- ¿Dónde se fue? –preguntó Luli, con algo de preocupación.
Gaspar y Luli corrieron hacia el arbusto, tratando de encontrar a Lui y a la mariposa. Cuando llegaron, se encontraron con una escena inesperada: Lui había encontrado la mariposa y, en vez de asustarla, estaba jugando con ella, dando vueltas mientras Gabo cantaba una canción feliz.
- ¡Mirá, Luli! Lui no quiso cazarla, solo quería jugar. Eso sí que es inteligente –dijo Gaspar, admirando a su mascota.
- ¡Es verdad! Y Gabo también es increíble al hacer que todos se sientan felices –respondió Luli, dándose cuenta de que cada mascota tenía su propia forma de ser especial.
En ese momento, ambos niños comprendieron que la inteligencia no era solo acerca de hacer trucos o imitar sonidos. Era sobre el cariño, la creatividad y cómo cada uno expresaba su personalidad única.
- Creo que nuestras mascotas son inteligentes a su manera –dijo Luli con una sonrisa.
- Totalmente de acuerdo. Esas son las cosas que las hacen especiales –respondió Gaspar, abrazando a Lui, que seguía atento y juguetón.
Desde aquel día, Luli y Gaspar decidieron que sus mascotas, aunque muy diferentes, tenían talentos únicos y eso era lo que los hacía brillar. Cada tarde, los tres amigos - Luli, Gaspar y sus mascotas - se reunían para jugar en la vereda, disfrutando de las maravillas que traía la amistad y la inteligencia de las criaturas que tanto amaban.
FIN.