Las Medias Mágicas de los Patos
En un hermoso día de primavera, las ranas decidieron organizar una fiesta en el río. Invitaron a todos sus amigos, incluidos los patos. Los patos, con su elegante plumaje, estaban muy emocionados pero también un poco nerviosos. Sabían que las ranas eran muy divertidas, pero no estaban tan seguros de que su estilo fuera el mismo.
"¿Qué tal si nos vestimos con algo especial?" - propuso Pato Luisa, quien tenía un par de medias muy coloridas.
"¡Brillante idea!" - respondió Pato Carlos, levantando las alas. "Yo tengo unas medias a rayas que son geniales. ¡Vamos a impresionar a las ranas!"
Así que los patos se pusieron manos a la obra, buscando las medias más llamativas que tenían. Pato Ana eligió unas medias verdes con lunares, Pato Sergio unas medias rojas con corazones, y Pato Fernando optó por unas medias azules con estrellas. ¡Estaban listos para la fiesta!
Cuando llegaron al río, la fiesta ya había comenzado. Las ranas estaban saltando de alegría, decorando la orilla con hojas brillantes y flores de colores. Al ver a los patos llegar, empezaron a croar con entusiasmo.
"¡Miren quiénes son! ¡Los patos más elegantes del río!" - gritó Rana Rita, emocionada. "¡Bienvenidos! ¡Vengan a bailar con nosotros!"
Los patos se sintieron halagados y empezaron a bailar. Sin embargo, a medida que la fiesta avanzaba, notaron que las ranas estaban haciendo un concurso de saltos.
"¿Te gustaría saltar, Luisa?" - preguntó Pato Carlos.
"¡Yo no sé saltar como ellas!" - respondió Luisa, insegura.
"Pero puedes intentarlo. ¿Qué tal si nos apoyamos?" - sugirió Pato Ana.
Así que los patos decidieron unirse al concurso. Al principio, sus saltos eran torpes y descoordinados, pero se estaban divirtiendo mucho. Las ranas aplaudían y animaban a sus amigos patos.
"¡Vamos, Pato Luisa! ¡Eres la más divertida!" - gritó Rana Sofía.
Con cada salto, los patos se iban sintiendo más cómodos. Pero de pronto, una medianoche, el concurso se detuvo. Las ranas comenzaron a murmurar y una nube de preocupación llenó el aire.
"¿Qué pasa?" - preguntó Pato Fernando.
"La corriente del río ha comenzado a subir, y las hojas de decoración se están llevando. ¡Van a perder todo nuestro esfuerzo!" - contestó Rana Rita, muy asustada.
Los patos, al ver la tristeza de sus amigos, se unieron para ayudar. Formaron una cadena, usando sus picos para atrapar las hojas deslizantes y mantener la decoración en su lugar.
"¡Vamos, todos juntos!" - gritó Pato Sergio. "¡No dejaremos que nuestra fiesta se arruine!"
Con valentía y trabajo en equipo, lograron mantener la fiesta a flote. Las ranas estaban tan agradecidas que decidieron improvisar un nuevo juego.
"¡Hagamos un juego de relevos!" - dijo Rana Sofía. "Los patos pueden utilizar su destreza para trasladar las hojas."
Los patos se sintieron emocionados y aunque al principio se sintieron un poco incómodos, rápidamente se dieron cuenta de que no era necesario saltar alto para ser parte de la diversión. Se concentraron en lo que sí podían hacer y se unieron para jugar.
La fiesta continuó, repleta de risas, saltos y juegos. Los patos ganaron el primer lugar en el concurso de relevos por su gran trabajo en equipo, y las ranas los elogiaron por su valentía.
"¡Son los mejores amigos que podríamos tener!" - croó Rana Rita con admiración. "Este será un día inolvidable."
Al final de la fiesta, mientras el sol se ponía, todos estaban cansados pero felices. Los patos miraban sus coloridas medias y se sintieron contentos.
"Nosotros también importamos, aunque no sepamos saltar como ustedes" - dijo Pato Ana con una gran sonrisa.
"¡Exacto! Todos somos únicos y podemos disfrutar juntos, sin importar nuestras diferencias" - respondió Pato Luisa.
Así, los patos y las ranas aprendieron que lo más importante no era ser igual, sino apoyarse y celebrar las diferencias. Y así, cada primavera, los patos y las ranas se reunían en el mismo lugar para recordar aquella fiesta y celebrar su amistad en el río.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.