Las Melodías Mágicas de Melo y Día
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, Melo y Día, dos hermanas mellizas con risas contagiosas y ojos brillantes, compartían una pasión especial: la música. Desde que tenían memoria, pasaban horas en su jardín tocando el viejo piano de su abuela y cantando suaves melodías que llenaban el aire de magia.
"¿Te acordás de la canción que hicimos la otra vez sobre los gaticos?" - preguntó Melo, mientras ajustaba una cuerda de su guitarra.
"¡Sí! Esa que decía ‘gaticos de colores, produciendo amores’, fue muy divertida" - respondió Día con una sonrisa llena de complicidad.
Un día, mientras paseaban por el bosque, se encontraron con un anciano que parecía estar atrapado en un arbusto. Al acercarse, notaron que tenía unas enormes orejas de duende y una gran barba blanca.
"¡Ayuda, por favor!" - exclamó el anciano. "He estado aquí por días, atrapado en este arbusto."
Las hermanas se miraron con preocupación. Sin dudarlo, comenzaron a cantar una suave melodía, y el anciano, al escuchar la música, sonrió.
"¡Eso es! Esa canción me recuerda a mis días de juventud. Con la música, podré liberarme."
Al terminar la canción, el anciano rápidamente se liberó del arbusto como si un hechizo lo hubiera soltado. Agradecido, les reveló que era un mago de la música.
"Gracias, queridas niñas. Soy Melodisco, y tengo un regalo para ustedes. Si combinan sus voces y tocan en armonía, podrán hacer que las flores bailen y los árboles canten."
Melo y Día no podían creer lo que escuchaban. Se apresuraron a preguntarle:
"¿De verdad podemos hacerlo?"
"¡Por supuesto! Solo recuerden, la música tiene poder, pero también necesita amor y amistad."
Desde ese día, las hermanas se reunieron cada tarde en su jardín, practicando canciones y creando nuevas melodías. Sin embargo, un día, mientras intentaban una canción complicada, comenzaron a pelearse.
"¡No, no así!" - gritó Melo. "¡Tienes que tocar más suave!"
"¡Pero si lo hago, nunca saldrá bien!" - replicó Día vistiéndose de indignación.
Decidieron separarse por un tiempo, sintiendo que su magia se había desvanecido. Sin embargo, aunque cada una practicaba por su lado, nada sonaba igual.
Una tarde, sus padres organizaron un festival de música en la plaza del pueblo. Los habitantes estaban ansiosos por escuchar las melodías de las mellizas. Sin embargo, las hermanas no se sentían listas.
"¡Ya no somos las mismas sin ti!" - dijo Melo al encontrarse con Día antes del festival.
"Sí, siempre nuestras canciones son mejor juntas" - añadió Día con lágrimas en los ojos.
Decidieron reconciliarse en el acto y, con el apoyo del amor y la amistad, prepararon una hermosa canción que nunca habían escrito juntas. El día del festival, lleno de luces y risas, las mellizas subieron al escenario.
Al sonar la primera nota, el pueblo se quedó en silencio. Los árboles comenzaron a moverse al ritmo de la melodía, y las flores parecían bailar. La magia fluyó a través de cada nota que tocaban, dejando una sonrisa en el rostro de todos los presentes.
El anciano Melodisco observaba desde la distancia, orgulloso de cómo habían aprendido el verdadero poder de la música.
"¡Son increíbles!" - exclamó al final, mientras el aire se llenaba de aplausos.
Desde ese día, Melo y Día nunca dejaron de cantar juntas y aprendieron que, aunque podían tener desacuerdos, el amor, la amistad y la música siempre serían más grandes que cualquier diferencia.
Y así, las hermanas mellizas continuaron llenando su pequeño pueblo de melodías mágicas, mostrándole a todos que la música no solo unía a las personas, sino que tenía el poder de transformar el mundo que les rodeaba.
FIN.