Las Monedas de Julián
Érase una vez un niño llamado Julián, que vivía en un pequeño pueblo. Julián era un niño curioso y soñador, pero su familia no tenía mucho dinero. Siempre se las ingenia para hacer amigos y disfrutar de la vida, aunque a veces la falta de recursos lo ponía un poco triste.
Un día, mientras caminaba por el mercado, Julián vio algo brillante en el suelo. Al acercarse, se dio cuenta que era una moneda de oro.
"¡Guau! ¿Qué es esto?" - se preguntó emocionado.
Julián miró a su alrededor y, al ver que nadie lo estaba mirando, decidió llevarse la moneda a casa. En el camino, encontró cuatro monedas más en lugares diferentes: debajo de un árbol, en la esquina de la plaza, en el cajón de un viejo puesto de frutas y en el camino de su casa. ¡Tenía cinco monedas de oro!"Esto es increíble, podría comprar algo muy especial para mi familia" - pensó Julián, llenando su corazón de esperanza.
Julián decidió que usaría las monedas en la feria que se celebraría el fin de semana. Ya soñaba con lo que podría hacer: tal vez comprar juguetes para su hermanita, o una comida deliciosa para su papá y su mamá.
El día de la feria llegó. Había luces, música y un montón de cosas ricas para comer. Julián caminaba por los puestos sintiéndose feliz y emocionado.
Sin embargo, algo lo detuvo en seco. Un niño, que se veía triste, estaba al lado de una jaula.
"¿Por qué estás tan triste?" - le preguntó Julián.
"Es que quiero comprar un pajarito, pero no tengo dinero" - respondió el niño, con lágrimas en los ojos.
Julián pensó en sus monedas y en lo feliz que sería su hermanita si comprara un juguete. Pero en ese momento, recordó que su papá siempre le decía que ayudar a los demás era importante.
"Mirá, tengo cinco monedas de oro. ¿Te gustaría que comprásemos el pajarito juntos?" - le dijo Julián, sorprendiéndose a sí mismo por su propuesta.
El niño, emocionado, asintió con la cabeza.
"Sí, sí quiero. ¡Gracias!" - gritó de felicidad.
Julián y su nuevo amigo fueron corriendo al puesto donde vendían los pajaritos. Compraron uno muy bonito, que pronto empezó a cantar. Julián sintió una gran felicidad al ver la sonrisa en el rostro del niño.
Con lo que quedaba de dinero, Julián decidió comprar un helado para su hermanita, que también lo haría feliz. Una vez que regresó a casa, su hermanita le preguntó:
"¿De dónde sacaste el helado, Julián?"
"Lo compré con unas monedas que encontré. Pero hoy aprendí que a veces hay que compartir lo que tenemos con otros. Eso me hace sentir mucho mejor" - explicó Julián con una sonrisa.
La familia de Julián estaba sorprendida y orgullosa de su decisión. Desde ese día, Julián se convirtió en un niño querido en su pueblo, siempre ayudando a los demás y recordando que la generosidad y la bondad son más valiosas que cualquier tesoro.
Y así, a pesar de no ser rico económicamente, Julián se sintió más feliz que nunca, con su corazón lleno de amor y amistad, viviendo cada día como una nueva aventura. Y aunque nunca volvió a encontrar más monedas de oro, aprendió que la verdadera riqueza está en lo que compartimos con los demás.
FIN.