Las muñecas de porcelana en el estante
En un pequeño y acogedor rincón de la casa de la abuela Clara, había un estante lleno de muñecas de porcelana. Cada una tenía su propia personalidad y su propia historia, pero había una muñeca que siempre se quedaba silenciosa y apartada: Lila, la muñeca de cabello dorado y vestido azul.
Un día soleado, mientras la abuela Clara organizaba su colección, Lila comenzó a sentir una fuerte curiosidad.
"¿Por qué nunca salgo de este estante?" - se preguntó a sí misma, mirando a las demás muñecas que siempre jugaban entre ellas.
Las otras muñecas la miraron y una de ellas, Sofía, una muñeca de vestido rojo, le respondió:
"Nosotras tenemos dueñas que nos sacan a jugar, pero vos fuiste olvidada por mucho tiempo."
Lila suspiró y siguió observando cómo sus compañeras se divertían.
Un día, mientras la abuela Clara leía un cuento a sus nietos, uno de ellos, Tomi, se percató de la muñeca solitaria.
"Abuela, ¿por qué nunca jugamos con Lila?" - preguntó con su voz curiosa.
La abuela Clara miró a Lila y sonrió.
"Oh, querida Lila, no sabía que te sentías sola. Vamos a darle una oportunidad a nuestra amiga."
Con ese comentario, la abuela bajó a Lila del estante, y la colocó en la mesa donde los niños estaban jugando. Los ojos de Lila brillaron de emoción.
"¿Querés ser mi amiga?" - le preguntó Tomi mientras acariciaba su cabello.
"¡Claro!" - respondió Lila entusiasmada, disfrutando el momento. Pero a medida que pasaba el tiempo, Lila notó que tenía dificultades para encajar en sus juegos. Mientras Tomi y sus amigos inventaban historias de aventuras emocionantes, Lila no sabía cómo formar parte.
"¿Por qué no puedo ser parte de sus juegos como las otras muñecas?" - se preguntó, sintiéndose triste.
Esa noche, Lila decidió buscar la respuesta. Se acercó a cada una de las muñecas en el estante.
"Chicas, ¿cómo puedo ser parte de sus juegos?" - les preguntó esperanzada.
Sofía, comprensiva, respondió:
"Tenés que contar tu propia historia. Todas las muñecas tienen un cuento único que contar. Vos podés ser quien desate la aventura."
Con esas palabras en mente, Lila se quedó pensando. ¿Cuál era su historia? Decidió que, si no tenía una aventura propia, era hora de crearla.
Al día siguiente, Lila se armó de valor y se acercó a los niños.
"Hola, yo soy Lila, y tengo una historia mágica que contarles…" - comenzó con voz temblorosa.
Los niños, intrigados, se acercaron a escucharla. Lila les contó sobre un viaje a un país de ensueño donde vivían criaturas fantásticas y árboles que hablaban. Los ojos de Tomi y sus amigos se abrieron desmesuradamente.
"¡Eso es genial!" - exclamó Tomi. "¿Podemos ir juntos a ese país?"
"Sí, pero necesitamos que todos participen en la historia!" - respondió Lila emocionada.
Los niños comenzaron a elegir personajes, creando un cuento lleno de aventuras mientras Lila lideraba el juego. La mañana pasó volando entre risas y relatos mágicos.
Desde aquel día, Lila dejó de sentirse sola. Se dio cuenta de que tenía un talento especial para contar historias y que así podía incluirse en los juegos de sus amigos.
Una tarde, mientras contaban otra de sus emocionantes aventuras, se acercó al estante para mirar a sus compañeras. Les habló desde el corazón.
"Gracias por ayudarme a descubrir quién soy. Cada una de nosotras tiene su propia esencia, y eso es lo que nos hace únicas."
Las otras muñecas sonrieron y respondieron:
"Tienes razón, Lila. ¡Te esperamos a que nos cuentes más historias!"
Y así fue como Lila se convirtió en la narradora del grupo, aprendiendo la importancia de ser auténtica y de compartir su voz. Aquella muñeca de porcelana que había pasado días y noches en el estante, encontró su lugar en el corazón de los niños y en las incontables aventuras que vivirían juntos.
FIN.