Las Muñecas Descubren su Propia Magia


Había una vez un grupo de muñecas que vivían en una casa de juguete. Todas ellas iban a la escuela y aprendían cosas nuevas cada día, pero siempre había algo que las frustraba: no podían escribir.

Las muñecas veían cómo los niños y niñas humanos agarraban el lápiz para escribir sus nombres, números y letras en el pizarrón y en sus cuadernos, pero por más que lo intentaban, no lograban hacerlo.

Sus manos eran demasiado pequeñas e incapaces de sostener un lápiz correctamente.

Un día, mientras estaban sentadas en su clase de la escuela, una de las muñecas llamada Sofía levantó la mano y preguntó al maestro:- ¿Por qué nosotros no podemos escribir como los niños humanos? El maestro explicó que las muñecas eran diferentes a los humanos porque estaban hechas de tela y plástico, pero eso no quería decir que fueran menos importantes o inteligentes.

Las muñecas se sintieron tristes al principio, pero luego comenzaron a pensar en maneras creativas para solucionar este problema. Una de ellas sugirió usar sus dedos para dibujar letras sobre arena o papel húmedo; otra propuso utilizar marcadores especiales diseñados para ser sujetados por manos pequeñas.

Pero ninguna idea parecía funcionar del todo bien hasta que llegó una nueva compañera a la clase: era una muñeca robot con brazos móviles capaces de sostener objetos. - ¡Miren! - exclamó Sofía -. Ella puede agarrar el lápiz perfectamente.

¿Por qué nosotras no podemos tener brazos así? La muñeca robot les explicó que ella había sido creada especialmente para ayudar a las personas, pero que todas las muñecas eran especiales y únicas en su propia manera.

- Tal vez no puedan escribir como los humanos - dijo la muñeca robot -, pero pueden hacer otras cosas increíbles: cantar, bailar, contar chistes y ser amigas de los niños y niñas. Eso es lo que importa al final del día.

Las muñecas comenzaron a darse cuenta de que tenían muchas habilidades especiales además de escribir. Y aunque todavía les gustaría poder agarrar el lápiz, se sintieron más seguras y confiadas sabiendo que eran valiosas por sí mismas.

Desde aquel día en adelante, las muñecas siguieron yendo a la escuela con una actitud positiva y curiosa hacia el aprendizaje. Aprendieron a apreciar sus diferencias individuales y a trabajar juntas para superar cualquier obstáculo que se presentara en el camino.

Y aunque nunca pudieron agarrar el lápiz como los humanos, siempre encontraron maneras creativas e inventivas para demostrar su inteligencia y talento.

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