Las Niñas y Su Amistoso Lobo
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un espeso bosque, dos hermanas llamadas Lila y Maia. Ellas eran las mejores amigas y pasaban sus días explorando cada rincón de la naturaleza. Un día, mientras recogían flores, escucharon un aullido lejano.
- ¿Qué fue eso? - preguntó Lila, sintiendo un escalofrío.
- No lo sé, pero parece venir del bosque - respondió Maia, intrigada.
Con valentía, decidieron seguir el sonido, sin saber que encontrarse con un lobo cambiaría sus vidas para siempre.
Al ingresar al bosque, los árboles parecían susurrar secretos, y el aire fresco las llenaba de emoción. Después de caminar un rato, encontraron a un lobo herido, atrapado entre unas ramas.
- ¡Pobre animal! - exclamó Maia, acercándose con precaución. - Necesitamos ayudarlo.
- Pero, ¿y si nos ataca? - dudó Lila, asustada.
- La bondad siempre vale la pena - dijo Maia, recordando las lecciones de su abuela.
Con mucho cuidado, las chicas comenzaron a liberar al lobo de las ramas.
- Gracias, pequeñas - dijo el lobo, sorprendiéndolas al hablar. - Me llamo Luno y no soy un enemigo. Solo busco un poco de ayuda.
- ¡Un lobo que habla! - gritó Lila, pero al ver sus ojos llenos de gratitud, se calmó.
- No hay que temer, amigas - continuó Luno. - Solo quería pedir ayuda para volver a mi hogar en la montaña.
Las hermanas se miraron y decidieron ayudarlo. Así, juntos, comenzaron a recorrer el bosque, compartiendo historias sobre sus vidas y sueños.
- Siempre he querido volar como los pájaros - dijo Lila.
- Y yo quiero aprender a cantar como ellos - agregó Maia.
Luno sonrió.
- Puedo mostrarles el camino a la montaña, pero también deben aprender a enfrentar sus miedos.
Por el camino, encontraron ríos caudalosos, colinas empinadas y amigos inesperados: un elegante ciervo y un divertido grupo de conejos. Cada uno les enseñó valiosas lecciones.
- A veces, los desafíos son oportunidades para volar más alto - dijo el ciervo mientras saltaba graziosamente.
- También es importante ser felices con quienes somos - añadió uno de los conejos, haciendo piruetas por el campo.
Lila y Maia aprendieron a cruzar ríos saltando de piedra en piedra, a subir colinas con perseverancia y a liberar su voz en hermosas melodías, riendo y disfrutando del viaje.
Finalmente, al llegar a la cima de la montaña, Luno se volvió hacia ellas.
- Gracias por su valentía y amabilidad. Ustedes me han enseñado que la verdadera amistad no conoce barreras.
- ¡Nunca olvidaremos esta aventura! - dijeron las chicas emocionadas.
Mientras el sol se ponía detrás de las montañas, Luno se despidió de ellas.
- Recuerden, siempre que necesiten un amigo, ahí estaré.
Lila y Maia regresaron a casa con el corazón lleno de historias, lecciones y un nuevo amigo en el bosque. Aprendieron que la naturaleza tiene mucho que ofrecer y que, al ayudar a otros, también se ayudan a sí mismas. Desde ese día, cada vez que escuchaban un aullido, sonreían, sabiendo que su amigo Luno siempre estaría cuidando de ellas en el bosque.
FIN.