Las Normas del Laboratorio de Computación
Era un fresco viernes 18 de octubre de 2024, y en el Colegio San Pedro de Barquisimeto, el sol brillaba radiante. Las cuatro amigas, Brianna, Victoria, Camila y Paola, se preparaban para su clase de computación a las 8 de la mañana. Con sus mochilas llenas de ganas de aprender, entraron al laboratorio, pero antes de sentarse, Brianna tomó la iniciativa de recordar las normas del laboratorio.
"Chicas, antes de empezar, ¿recuerdan las normas de seguridad del laboratorio?" dijo Brianna con una sonrisa confiada.
"¡Claro! No se puede comer ni beber dentro del laboratorio, y hay que cuidar los equipos" respondió Victoria mientras acomodaba su laptop.
"Y tampoco olviden que debemos levantar la mano antes de hablar o hacer preguntas", agregó Camila, que siempre era muy atenta a las normas.
Paola, a veces un poco distrída, intervino: "Pero, ¿y si alguien se olvida de las normas? ¡Eso podría ser un desastre!"
"¡Exacto!" exclamó Brianna. "Imaginemos qué podría pasar si alguien las ignora. Se podría romper una computadora, o alguien podría lastimarse. ¡Vamos a hacer un juego para recordarlas!" propuso entusiastamente.
Las chicas estaban de acuerdo. Brianna explicó que cada una tenía que inventar una situación en la que se violara una norma y cómo podrían solucionarla. Camila sonrió y empezó:
"Yo diría que si alguien se pone a comer en el laboratorio, se podrían derramar las galletas sobre la computadora. ¡Imagínense limpiar eso!"
"Podrían tener que usar un paño húmedo y mucho cuidado", reflexionó Victoria.
"O incluso pedir ayuda al profesor después", agregó Paola, imaginando el caos.
Luego, Victoria continuó. "¿Y si alguien grita en el laboratorio? Seguro se asustarían las computadoras y podría cerrar todo."
Las cuatro se rieron al pensar en computadoras —"asustadas" . Pero Paola replicó: "Entonces, deberíamos recordar que en el laboratorio hay que hablar en voz baja. Así no interrumpimos a nadie y cuidamos los equipos".
Después de compartir sus ideas, decidieron que cada una dibujaría una situación de lo que habían pensado. En el papel, Paola dibujó su galleta derrapada; Victoria, un ordenador temeroso; Camila, su idea de levantar la mano, y Brianna, mostrando un estudiante con un bocadillo en la mano, rodeado de alarmas.
Cuando terminaron, se compartieron los dibujos y las risas llenaron el laboratorio. La profesora de computación entró justo en ese momento y vio las obras de arte en sus escritorios.
"¿Qué están haciendo aquí, chicas?" preguntó con curiosidad.
"Estamos aprendiendo sobre las normas del laboratorio, ¡pero de una manera divertida!" respondió Brianna felizmente.
La profesora sonrió, reconociendo lo importante que era aprender de una forma activa. "Es maravilloso verlas tan entusiasmadas. Ustedes están haciendo un excelente trabajo en recordar y hacer que otros también lo hagan. ¡Continúen así!"
Con el ánimo renovado, las amigas se sentaron y comenzaron la clase, recordando que, gracias a su juego, nunca olvidarían las normas del laboratorio de computación. Desde aquel día, las normas se convirtieron en parte de su rutina.
Con cada clase, ellas no solo aprendían sobre tecnología, sino también sobre el respeto y el trabajo en equipo. Y así, entre computadoras y dibujos, Brianna, Victoria, Camila y Paola no solo se convirtieron en expertas en computación, sino también en hacer del laboratorio un lugar seguro y divertido para todos.
FIN.