Las nubes de Violeta


Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de hermosas montañas, una niña llamada Violeta. Violeta era una niña muy especial, pero a veces se sentía triste porque pensaba que no encajaba en ningún lado.

Un día, mientras paseaba por el campo, Violeta descubrió algo mágico: unas nubes de colores que flotaban en el cielo. Estas nubes no eran como las demás, eran nubes especiales que tenían el poder de reflejar los sentimientos de las personas.

Violeta se acercó a las nubes y, para su sorpresa, vio su propio rostro reflejado en ellas. Las nubes le mostraron que su tristeza se debía a que no se aceptaba a sí misma tal como era.

Entonces, decidió emprender un viaje para aprender a amarse a sí misma. En su viaje, conoció a muchos amigos, como el Sol brillante, que le enseñó a encontrar la luz en su interior, y la Lluvia suave, que le mostró cómo dejar ir las emociones negativas.

Con cada encuentro, Violeta iba descubriendo lo maravillosa que era, y poco a poco su tristeza se convirtió en alegría. Finalmente, regresó al pueblo con una sonrisa radiante, lista para compartir su amor propio con todos los demás.

Desde ese día, las nubes de colores se convirtieron en un símbolo de amor propio y aceptación para todos en el pueblo, recordándoles que cada uno de ellos era especial a su manera.

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