Las nueces de la amistad



Había una vez en un hermoso bosque, una ardillita llamada Olivia. Olivia era muy traviesa y siempre estaba buscando aventuras nuevas. Vivía en un árbol alto y frondoso, donde se sentía segura y feliz.

Un día soleado, mientras jugaba entre las ramas de su hogar, Olivia encontró algo brillante escondido detrás de unas hojas. Se acercó curiosa y descubrió que era una bolsa llena de nueces deliciosas.

La ardilla estaba emocionada porque le encantaban las nueces, pero también sabía que no podía comerse todas ellas sola. Olivia decidió compartir su hallazgo con sus amigos del bosque. Saltó rápidamente hacia el suelo y corrió a buscarlos uno por uno.

Primero encontró a Rocco el conejo, quien siempre estaba saltando de aquí para allá. "¡Rocco! ¡Mira lo que encontré!", exclamó Olivia emocionada mostrándole la bolsa de nueces. Rocco miró la bolsa con ojos brillantes y dijo: "¡Vaya, qué suerte tienes! Me encantan las nueces".

"Puedes tener algunas", respondió generosamente Olivia. Juntos compartieron las nueces mientras reían y charlaban bajo la sombra fresca de un árbol cercano.

Pero pronto llegaron otros amigos del bosque: Lola la liebre veloz, Pedro el ratón curioso y Mateo el zorro astuto. "¡Chicos! ¡Miren lo que encontré!", gritó Olivia entusiasmada al ver a sus amigos acercarse. Todos los animales se reunieron alrededor de ella para ver qué había descubierto.

Cuando Olivia les mostró la bolsa de nueces, sus ojos se iluminaron. "¡Qué generosa eres, Olivia!", exclamó Lola emocionada. "Sí, es maravilloso compartir con los demás", agregó Pedro mientras cogía una nuez y la saboreaba. Olivia sonrió y compartió las nueces con todos sus amigos.

Todos estaban muy agradecidos por su generosidad y disfrutaron de un delicioso banquete juntos. Pero luego, un ruido extraño interrumpió su celebración. Era Nora, una pajarita que había estado observando desde lejos.

Nora estaba triste porque no tenía amigos en el bosque y siempre se sentía sola. Olivia se acercó a ella amablemente y le ofreció algunas nueces. Nora dudó al principio, pero finalmente aceptó la oferta de Olivia. "Gracias, Olivia", dijo Nora con voz temblorosa.

"Nunca nadie ha sido tan amable conmigo". Olivia sonrió y le dijo: "No hay nada más hermoso que compartir lo que tenemos con los demás. Ahora tienes amigos en el bosque".

Desde ese día, Olivia y sus amigos compartieron todo lo que encontraban en el bosque: frutas jugosas, semillas sabrosas e incluso momentos divertidos llenos de risas. Juntos aprendieron el valor de ser generosos y cómo eso podía crear amistades duraderas.

Y así fue como Olivia la Ardilla descubrió la verdadera alegría de compartir con los demás; una lección valiosa que enseñaría a todos los animales del bosque sobre la importancia de ser generosos y solidarios unos con otros.

FIN.

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