Las orejas mágicas de Aysha



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Aysha. A diferencia de los demás niños, Aysha tenía unas orejas un poco más grandes de lo normal.

Por esta razón, la gente del pueblo comenzó a llamarla "Aysha la Orejona". Al principio, Aysha se sentía triste y avergonzada por sus orejas grandes. Se preguntaba por qué no podía ser como los demás niños.

Pero su madre siempre le decía: "Aysha, tus orejas son especiales y te hacen única. No debes sentirte mal por eso". Un día, mientras caminaba hacia la escuela, Aysha encontró a un conejito muy triste en el camino. El conejito tenía las patas lastimadas y no podía moverse.

Aysha se acercó con cuidado y le dijo: "No te preocupes, conejito. Yo te ayudaré". Con mucho amor y paciencia, Aysha vendó las patitas del conejito y lo llevó a su casa.

Cuando llegaron a casa, la madre de Aysha quedó sorprendida al ver al conejito herido. Rápidamente buscaron en internet cómo cuidarlo adecuadamente y lo pusieron cómodo en una caja con heno.

Desde ese día, Aysha pasaba todo su tiempo libre cuidando del conejito herido al que llamaron Benji. Le daba comida especial para que sanara rápidamente y jugaban juntos todos los días.

Un día soleado mientras paseaban juntos por el parque del pueblo, se encontraron con un grupo de niños que estaban molestando a otro niño llamado Martín porque también era diferente: usaba lentes. Aysha, recordando cómo se sentía cuando la llamaban "Aysha la Orejona", decidió intervenir.

Se acercó a los niños y les dijo: "¿Por qué están molestando a Martín? Todos somos diferentes de alguna manera y eso es lo que nos hace especiales". Los niños se quedaron en silencio, sin saber qué decir.

Aysha continuó: "Martín, tus lentes no te hacen menos valioso, al contrario, te ayudan a ver el mundo de una manera única". A partir de ese día, Aysha se convirtió en amiga de Martín y juntos formaron un equipo para defender a todos aquellos que eran tratados diferente por los demás.

Organizaron actividades inclusivas en el pueblo y enseñaron a todos la importancia de aceptar las diferencias. Con el tiempo, Aysha entendió que sus orejas grandes no eran un motivo para sentirse avergonzada.

Al contrario, eran una parte especial de ella misma que le permitía escuchar mejor y estar más atenta a las necesidades de los demás. Y así, gracias a su valentía y compasión, Aysha logró cambiar la mentalidad del pueblo entero.

Las personas dejaron de llamarla "Aysha la Orejona" y comenzaron a apreciarla por su nobleza y bondad. Desde entonces, Aysha supo que ser diferente era algo maravilloso y siempre estuvo dispuesta a ayudar a quienes lo necesitaran sin importar su aspecto o habilidades.

Y así termina nuestra historia sobre Aysha la Orejona; una niña valiente e inspiradora que enseñó al mundo el verdadero valor de aceptarse uno mismo y respetar las diferencias de los demás.

FIN.

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