Las orejas mágicas de Marlon Alfonso



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Orejón, un niño muy travieso y curioso llamado Marlon Alfonso.

Lo especial de Marlon eran sus enormes orejas, que no solo le permitían escuchar todo lo que ocurría a su alrededor, sino también ¡volar! Sí, así es, con un par de aleteos de sus orejas, Marlon podía elevarse por los cielos y surcar el aire como si fuera un pájaro.

Marlon vivía en una casita humilde junto a su mamá y su papá. Bueno, al menos solía vivir con su papá. Resulta que un día, el señor Alfonso decidió irse de la casa luego de una discusión bastante peculiar.

¿La razón? El panadero del pueblo había hecho una enorme hogaza de pan tan grande que al verla, el señor Alfonso exclamó: "¡Es más grande que las orejas de mi hijo!". Desde entonces, Marlon se quedó solo con su mamá, quien trabajaba duro para mantenerlos.

Pero a pesar de tener todo lo necesario para vivir bien, Marlon tenía una extraña costumbre nocturna: volar hasta las casas de sus amigos para robarles la olla del arroz.

Una noche oscura y estrellada, mientras volaba sigilosamente hacia la casa de su amigo Lucas para llevarse la olla del arroz recién preparado por la mamá de Lucas, algo inesperado ocurrió.

Justo cuando Marlon estaba a punto de tomar la olla con sus manos y llevársela volando con sus orejas gigantes, escuchó una voz detrás suyo. "¡Alto ahí!", exclamó Lucas sorprendido al ver a Marlon intentando robarle el arroz. Marlon se giró lentamente mientras unas gotitas empezaban a resbalar por su frente.

Nunca antes lo habían descubierto en plena acción. "Lo siento mucho", balbuceó Marlon avergonzado. "No sé qué me pasó por la cabeza". Lucas frunció el ceño pero luego sonrió comprensivamente.

Sabía que Marlon no era mal chico en el fondo; simplemente se dejaba llevar por travesuras impulsivas. "¿Por qué haces esto?", preguntó Lucas con curiosidad sincera. Marlon bajó la mirada y confesó: "Extraño mucho a mi papá desde que se fue". Sus grandes orejas temblaron ligeramente ante tanta emoción contenida.

Lucas puso una mano en el hombro de Marlon y dijo amablemente: "Entiendo cómo te sientes. Pero robar no está bien. Si necesitas hablar sobre tu papá o cualquier otra cosa, siempre puedes contar conmigo".

Las palabras sinceras de Lucas calaron hondo en el corazón inquieto de Marlon. Se dio cuenta en ese momento que robar no era la solución a sus problemas ni la forma adecuada de lidiar con emociones difíciles como extrañar a alguien querido.

A partir de esa noche, Marlon dejó atrás las travesuras nocturnas y decidió abrirse más con sus amigos sobre lo que le preocupaba realmente.

Poco a poco fue superando la ausencia de su papá gracias al apoyo incondicional que recibió tanto de su mamá como de personas como Lucas.

Y así aprendió Marlon Alfonso que aunque las orejas sean grandes y puedan llevarte hasta lugares insospechados, es importante recordar siempre lo más valioso: ser honesto consigo mismo y buscar ayuda cuando sea necesario para enfrentar los retos que nos presenta la vida.

FIN.

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