Las Palabras Mágicas de la Amistad
En un pequeño pueblo llamado Alegría, vivían dos amigos inseparables: Lila, una niña curiosa y soñadora, y Tobi, un niño aventurero y creativo. Juntos pasaban sus días explorando el bosque, creando juegos y disfrutando de la mágico mundo que les rodeaba. Lila había encontrado un antiguo libro en la biblioteca del pueblo titulado "Las Palabras Mágicas", que prometía a quien lo leyera la capacidad de hacer que los demás se sintieran felices y unidos al usar ciertas palabras.
Un día de sol brillante, Lila le dijo a Tobi:
"¡Mirá este libro! Dice que ciertas palabras pueden cambiar todo. ¿Deberíamos probar?"
"Sí, Lila. Podríamos intentar hacer que los demás se sientan felices con eso. ¡Vamos a hablar con los chicos del parque!"
Con gran entusiasmo, decidieron organizar un encuentro en el parque para compartir las palabras mágicas que habían aprendido.
Cuando llegó el día, varios chicos y chicas se reunieron en el parque. Lila comenzó:
"¡Hola a todos! Hoy vamos a aprender sobre palabras mágicas que pueden hacernos sentir bien. ¡Las palabras pueden ser poderosas!"
Tobi agregó:
"Usar palabras como ‘gracias’, ‘por favor’ y ‘perdón’ puede hacer que nuestras amistades sean más fuertes y nos sintamos mejor los unos con los otros. ¡Vamos a intentarlo!"
Los niños, intrigados por la idea, comenzaron a probar. Decidieron jugar un juego. Cada uno tenía que encontrar la manera de decirle algo bonito a los demás usando al menos una de las palabras mágicas. Lila comenzó:
"Gracias, Tobi, por ser un amigo tan genial. ¡Hacemos un buen equipo!"
"¡Qué linda palabra, Lila! Yo quiero decirle a María: ‘Gracias por siempre compartir tus juguetes con nosotros’."
"¡Yo también quiero participar! – dijo Matías – ‘Perdón si alguna vez me enojo. No quiero que nos peleemos’."
Sin embargo, después de un rato, notaron que algunos niños estaban alejados, mirando desde la distancia. Eran Sofía y Lucas, dos chicos que no se sentían parte de la diversión.
"¿Por qué no vienen a jugar con nosotros?" – preguntó Lila.
- “No, nosotros no sabemos usar esas palabras mágicas. Quizás les arruinemos el momento.”
- “¿Qué te hace pensar eso? Todos podemos aprender juntos. ¡Vengan! ” – insistió Tobi.
Sofía y Lucas dudaron pero al ver la sinceridad en los ojos de Lila y Tobi, decidieron acercarse.
- “Nos encantaría... pero no sabemos cómo decir cosas bonitas.”
- “Está bien, podemos ayudarlos. ¿Por qué no empezamos con algo simple? ¡Intentemos practicar juntos! ” – sugirió Lila.
Lila y Tobi guiaron a Sofía y Lucas en el juego, mostrando ejemplos y sonrisas. Con el tiempo, Sofía se armó de valor y finalmente dijo:
- “Gracias por invitarme. Antes no pensaba que podía ser parte de esto.”
- “¡Eso fue genial! Ahora eres parte de nuestro grupo. ¡Estamos muy felices de que estés aquí! ” - exclamó Tobi.
El ambiente se tornó mágico. Todos sonrieron y, una tras otra, las palabras mágicas fluyeron. Sofía, Lucas, Lila y Tobi decidieron que la tarde no podía terminar ahí; querían continuar jugando y compartiendo más palabras mágicas con todos los que llegaran.
A medida que la tarde avanzaba, llegaron otros niños que miraban curiosos desde el borde del parque. Lila vio una oportunidad dorada y les dijo:
- “¡Vengan! Estamos aprendiendo sobre las palabras mágicas que nos unen. ¡Pueden ser parte de nuestra aventura! ”
Los nuevos niños se acercaron y pronto, todos estaban riendo, charlando y practicando juntos. Las palabras de agradecimiento y perdón dejaron de ser un misterio, y comenzaron a fluir como un hermoso río de amistades.
El sol comenzó a ocultarse en el horizonte, y al terminar la jornada, todos acordaron hacer de las palabras mágicas una parte de sus vidas diarias, para no solo sentirse felices ellos, sino también a quienes los rodeaban.
"Prometemos usar estas palabras mágicas siempre!" - dijo Lila emocionada.
- “¡Así es! A partir de ahora, vamos a hacer del parque un lugar lleno de palabras mágicas" - agregó Tobi.
Desde ese día, el parque de Alegría no solo se llenó de risas y juegos, sino también de un nuevo espíritu de amistad y unión, donde cada palabra mágica brillaba como una estrella, uniendo los corazones de todos.
Y así, Lila y Tobi aprendieron que las palabras mágicas, aunque simples, pueden hacer una gran diferencia en el mundo cuando se usan con amor y alegría.
FIN.