Las palabras mágicas de Lila y Bruno



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Colores, donde todos los niños jugaban en el parque. Entre risas y juegos, Lila y Bruno eran los mejores amigos. Lila, con su cabello rizado y enorme sonrisa, siempre estaba llena de energía. Bruno, un poco más tímido, tenía una gran imaginación que le hacía inventar historias increíbles.

Un día, mientras jugaban a las escondidas, Lila escuchó a un grupo de niños un poco más grandes que ellas hablar sobre otro niño del parque.

"¿Viste cómo corre? ¡Es un patito torpe!" - dijo uno de ellos, soltando una risa burlona.

Lila sintió un nudo en la panza, pero no dijo nada. Luego, se acercó a Bruno y le contó lo que había escuchado.

"Eso está mal, Lila. Las palabras pueden hacer mucho daño. No deberíamos hablar así de los demás" - respondió Bruno, frunciendo el ceño.

Lila asintió, pero no estaba del todo segura de cómo cambiarlo. Así que decidieron hacer un experimento. Se acercaron al niño de quien hablaban. Era un niño nuevo en el pueblo, su nombre era Maxi.

"Hola, Maxi" - saludó Lila con una gran sonrisa. "¿Te gustaría jugar con nosotros?".

Maxi miró con sorpresa. "¿De verdad?" - contestó un poco dudoso.

"Claro que sí. Todos somos amigos aquí" - dijo Bruno, regalándole una sonrisa.

Maxi se unió a ellos, y poco a poco se fue sintiendo más cómodo. Mientras jugaban, Lila y Bruno notaron que Maxi era muy habilidoso corriendo, y hasta les contó historias divertidas de sus aventuras pasadas.

A medida que pasaba el tiempo, Lila y Bruno se escabulleron aparte, y comentaron sobre cómo el juego había cambiado.

"¡No puedo creer lo bien que se lleva con nosotros!" - exclamó Lila. "Nunca imaginé que sería tan divertido".

"Sí, y eso fue gracias a nuestras palabras amables" - agregó Bruno. "¡Las palabras lindas son realmente mágicas!".

Inspirados, decidieron crear un Club de las Palabras Lindas. Cada día, se reunirían para decir cosas bonitas entre amigos y crear un ambiente más positivo en el parque. Comenzaron a invitar a más niños a unirse.

Sin embargo, no todos estaban de acuerdo. Un grupo de niñas malas, que siempre decían cosas feas, se enteraron del club y decidieron burlarse de Lila y Bruno.

"¿Qué dicen?" - se rieron. "Las palabras no hacen nada. ¡Son solo palabras!".

Lila sintió que su corazón se apretaba, pero Bruno, con valentía, respondió: "Claro que hacen, porque todos sentimos lo que otros nos dicen. ¡Estamos aquí para mostrarles que se pueden usar palabras lindas!".

Un silencio incómodo invadió el aire. Las niñas malas comenzaron a irse, pero una de ellas, que se llamaba Sofía, se quedó atrás. Lila la miró y le sonrió. "Sofía, ¿quieres probar?".

Sofía dudó, pero luego dijo. "No sé... tal vez...".

Lila y Bruno hicieron una ronda de palabras lindas. "Sofía, tenés un hermoso vestido" - dijo Bruno. Sofía parpadeó, sorprendida.

Fue la primera vez que alguien le decía algo bonito, y no pudo evitar sonrojarse.

"¿Ves?" - le dijo Lila. "Es agradable recibir palabras amables, ¿verdad?".

Sofía sonrió lentamente. "Sí, es raro pero se siente bien".

Desde ese día, las cosas cambiaron. Sofía decidió unirse al Club de las Palabras Lindas y poco a poco, los otros niños también comenzaron a adoptar la actitud de hablar con amabilidad y respeto. Las risas aumentaron en el parque y la atmósfera se llenó de alegría.

Lila y Bruno se volvieron muy queridos en Colores, y a través de un pequeño gesto, demostraron que las palabras pueden construir puentes y hacer nuevos amigos. Y así, el parque de Colores se convirtió en el lugar más divertido y feliz de todos, solo con un poco de magia llamada palabras lindas.

FIN.

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