Las Palabras Mágicas de Lucas



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires y Lucas, un niño curioso de diez años, estaba sentado en su habitación rodeado de libros de viaje y diccionarios. Su mirada brillaba cada vez que descubría una nueva palabra de otros idiomas. "¡Hoy es un día perfecto para una nueva aventura!", pensó emocionado.

Lucas decidió que quería explorar tres palabras mágicas de diferentes culturas. Se preparó con su mochila, un cuaderno para anotar y su lápiz favorito. En la puerta, su mamá le preguntó:

"¿A dónde vas tan apurado, Lucas?"

"¡Voy a buscar palabras mágicas de otros países!"

Así que salió de su casa, decidido a aprender. Primero, se dirigió al parque cercano, donde solía jugar. Allí, conoció a Emilia, una niña de su escuela que también disfrutaba conocer cosas nuevas.

"¡Hola, Emilia! Estoy buscando palabras de diferentes culturas. ¿Te gustaría ayudarme?"

Emilia asintió, entusiasmada.

"¡Claro! ¿Cuál es la primera palabra que buscas?"

"Quiero entender el ‘Waldeinsamkeit’ alemán."

Emilia frunció el ceño.

"¿Qué significa eso?"

"Significa la sensación de soledad en el bosque. Eso se siente al estar en contacto con la naturaleza. Vamos a buscar un lugar en el parque donde nos sintamos así.”

Ambos se adentraron en un rincón del parque, rodeados de árboles y pájaros. Luego de un rato de silencio y paz, Lucas suspiró.

"Esto es Waldeinsamkeit... ¡Me encanta!"

"¿Y qué otra palabra tenemos?" preguntó Emilia.

Lucas sacó su cuaderno y anotó.

"Ahora quiero conocer ‘Culaccino’, que es una palabra italiana. ¿Sabés qué significa?"

"No, ¿qué es?"

"Es la marca del vaso en la mesa que queda cuando tomamos algo frío, ¡como un helado!"

Emilia pensó un momento y luego dijo:

"Podríamos hacer un picnic y ver si nos queda una marca así después de tomar limonada!"

Así que se pusieron a organizar su picnic. Invitaron a sus otros amigos, llenaron una canasta con sandwiches y limonada. Rieron y jugaron, y al final observaron felices la mesa que quedó llena de huellas y risas.

"¡Mirá, tenemos Culaccino!" exclamó Lucas.

Luego, mientras se sentaban a la sombra de un árbol, Emilia recordó:

"Falta una palabra más para que estemos completos."

"¡Sí! La última es ‘Sobremesa’ en español."

"¡Esa es fácil! Se trata de la conversación después de comer, cuando seguimos charlando, ¿no?"

"Exacto. ¡Es mi favorita!" dijo Lucas, sonriendo mientras todos sus amigos se acomodaban en ronda.

La tarde avanzaba, y el grupo disfrutaba de la sobremesa, compartiendo historias y risas. Justo cuando Lucas se sentía más feliz, notó que su amigo Mateo se veía un poco triste.

"Mateo, ¿qué pasa?"

"Es que no sé si puedo ir de vacaciones a la playa este verano..."

Lucas se sintió un poco triste por su amigo, así que tuvo una idea brillante:

"Mateo, ¡podemos contarte sobre nuestras palabras mágicas y así viajar a través de ellas! Cuando regresemos de vacaciones, podemos reunirnos y seguir explorando juntos."

Todos aplaudieron la idea, y Mateo sonrió un poco más. Pasaron el resto del día intercambiando palabras mágicas y haciendo planes para el futuro. Al final, cada uno se fue a su casa con una sonrisa y un nuevo conocimiento de las culturas a través de esas palabras.

Con esta experiencia, Lucas comprendió que no solo las palabras eran mágicas, sino también la amistad y las pequeñas aventuras compartidas.

Al llegar a casa, Lucas se sentó en su escritorio. Miró el cuaderno lleno de nuevas palabras y sonrió. Estaba listo para su próxima aventura de exploración, donde quizás descubriría más palabras y más amigos en el camino.

Desde aquel día, Lucas y Emilia se convirtieron en un gran equipo de exploradores de palabras, buscando siempre algo nuevo de aprender y compartir con el mundo y sus amigos.

FIN.

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