Las Palabras Mágicas del Parque



Había una vez en el encantador barrio de Villa Arcoíris, un parque lleno de juegos, árboles frondosos y risas. Los niños y niñas del vecindario siempre se reunían allí después de la escuela, pero había algo muy especial en su forma de jugar. Cada uno de ellos conocía las palabras mágicas: "Por favor" y —"Gracias" . Estas palabras no solo eran amables, sino que también abrían puertas a divertidos juegos.

Un día, Carla, una niña de cabellos rizados y ojos chispeantes, reunió a sus amigos debajo del gran sauce.

"Chicos, hoy quiero que hagamos algo diferente. ¡Vamos a formar equipos y competir en una búsqueda del tesoro!" - exclamó.

Los niños se miraron emocionados. Sin embargo, antes de comenzar, sabían que debían recordar utilizar las palabras mágicas.

"Yo seré el capitán del equipo rojo" - dijo Lucas, con su gorra al revés.

"Y yo del equipo azul" - respondió Sofía, animosa.

"Muy bien, pero necesitamos asegurarnos de usar siempre las palabras mágicas durante el juego " - recordó Carla.

Así que los equipos se formaron, y la búsqueda comenzó. Sin embargo, a mitad de la competencia, algo extraño sucedió. Cuando se encontraron con un obstáculo: una enorme caja cerrada en el medio del parque.

"¿Qué hay dentro?" - preguntó Julián, curioso.

"No lo sé, pero no podemos abrirla!" - dijo Valentina, tocando la tapa.

Los niños se quedaron desconcertados. Entonces, Carla recordó el consejo de su abuela: "Las palabras mágicas nunca fallan".

"¿Y si intentamos usar ‘Por favor’ y ‘Gracias’ para abrirla?" - sugirió.

Todos estuvieron de acuerdo y se unieron. Juntos gritaron:

"¡Por favor, caja mágica, muéstranos tu secreto!"

Después de un breve silencio, la caja se estremeció y se abrió lentamente, revelando una serie de pequeños juguetes y dulces. Pero había un mensaje escrito en el interior.

"Las palabras mágicas son más que solo palabras; son las llaves que abren corazones y crean amistades".

Los niños se miraron entre sí, entendiendo que lo que hacía especial a su juego era la amabilidad y el compañerismo.

"¡Gracias, caja mágica!" - dijeron todos juntos, llenos de alegría.

Y así, decidieron dividir las sorpresas:

"Cada uno debe elegir un juguete y un dulce para llevar a casa, pero no olviden usar ‘Por favor’ y ‘Gracias’" - indicó Sofía.

Todos fueron muy amables al elegir sus tesoros, siempre recordando a agradecer a sus amigos y a la caja mágica por la sorpresa. Al final del día, no solo habían jugado a un juego increíble, sino que también habían aprendido la importancia de ser agradecidos y respetuosos.

Con el sol comenzando a esconderse detrás de las nubes, los chicos volvieron al barrio, llevando consigo muchas risas y el compromiso de seguir usando sus palabras mágicas en el día a día. Y desde ese día, el parque de Villa Arcoíris se volvió aún más mágico, porque, al usar las palabras mágicas, cada día era una nueva aventura.

FIN.

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