Las Patitas del Lobo Feroz



Era una vez, en un bosque encantado, donde los árboles susurraban al viento y las flores danzaban con la brisa, un lobo que, a pesar de su fama de feroz, tenía un secreto. Sus patitas eran pequeñas y tiernas, lo que lo hacía ver más adorable que aterrador. A diferencia de lo que todos pensaban, el lobo no quería asustar a nadie, sino hacer amigos.

Un día, mientras el lobo paseaba por el bosque, escuchó un murmullo. Se acercó a investigar y vio a una pequeñaoveja llorando.

"¿Por qué llorás, pequeña oveja?"- preguntó el lobo, acercándose con cuidado.

"¡Oh, lobo feroz! Mis amigas se han burlado de mí porque no sé brincar como ellas. Quiero jugar, pero me siento muy triste."- sollozó la oveja.

El lobo, al escucharla, sintió un cosquilleo en su corazón. Sabía lo que era sentirse diferente y no encajar, así que decidió ayudarla.

"No te preocupes, te enseñaré a brincar. Yo también puedo aprender algo nuevo, como hacer amigos como vos!"-

La oveja, con un brillo de esperanza en sus ojos, aceptó la oferta. Y así, el lobo comenzó a enseñar a la oveja a brincar. Primero, el lobo se subió sobre una roca y saltó. Aplausos y risas resonaron entre los árboles.

"¡Eso fue genial!"- exclamó la oveja.

"Ahora es tu turno. ¡Vamos!"- le dijo el lobo con entusiasmo.

La oveja intentó, pero como nunca había brincado antes, cayó de una manera graciosa. El lobo no pudo evitar reírse y la oveja se sintió avergonzada.

"No te burles de mí, lobo"- se quejó ella, con un leve brillo de tristeza.

"Oh, no es eso, pequeña. Me río porque fue gracioso. Pero juntos podemos practicar hasta que lo logres. ¡No te preocupes!"- dijo el lobo, decidido a hacerla sentir mejor.

Pasaron los días y, aunque la oveja seguía cayéndose, poco a poco empezó a mejorar. El lobo siempre estaba allí, alentándola. En su camino, también aprendió a saltar y a jugar. Una mañana, la oveja le dijo:

"Lobo, ¿y si preparamos una fiesta para mostrarles a todos lo que hemos aprendido?"-

"¡Esa es una gran idea!"- respondió el lobo.

Comenzaron a invitar a todos los animales del bosque. Las ardillas, los conejos y hasta los ciervos decidieron unirse. El día de la fiesta, el lobo y la oveja estaban muy emocionados. Pero había un problema; el lobo miraba a los demás animales con inseguridad.

"¿Y si no me quieren?"- murmuró el lobo.

La oveja, al escuchar su inquietud, le dijo:

"Pero tienen que conocerte, lobo. Soy tu amiga y sé que sos genial"-

Al inicio, algunos animales temían acercarse al lobo. Pero cuando empezaron a ver cómo él ayudaba a la oveja, se dieron cuenta de que no era feroz en absoluto. Se unieron a las risas.

"¿Ves? ¡Lo que importa es quién sos por dentro!"- dijo la oveja.

La fiesta fue un gran éxito y se llenó de alegría, risas y un sinfín de brincos. Todos aplaudieron cuando la oveja, con un empujoncito del lobo, finalmente logró saltar más alto que nunca.

"¡Lo logré!"- gritó la oveja con adrenalina.

"¡Sí, sí se puede!"- celebró el lobo, sintiéndose orgulloso de ella.

Esa noche, cuando todos regresaron a sus hogares, el lobo se dio cuenta de que había conquistado el corazón de los demás animales. Había demostrado que no importaba cómo luciera, sino que lo que realmente contaba era su disposición a ayudar y ser un buen amigo.

Desde ese día, el lobo y la oveja se convirtieron en los mejores amigos del bosque. Y el lobo dejó de ser conocido como el lobo feroz, sino como el lobo cariñoso que enseñaba a todo el mundo a brincar.

Y así, el bosque se volvió un lugar lleno de risas, juegos y amistad, donde cada uno aprendía a valorarse y a celebrar sus diferencias.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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