Las perritas aguacateras


Había una vez dos perritas llamadas Lola y Mora, que eran hermanas inseparables. Lola era una golden retriever de pelaje dorado brillante, mientras que Mora era una terrier de pelo negro y ojos chispeantes.

Pero lo más curioso de estas perritas no era su apariencia, sino su amor por los aguacates. Lola y Mora vivían en un hermoso jardín junto a sus dueños, Marta y Carlos.

Todos los días, cuando salían al jardín a jugar, las perritas buscaban aguacates maduros caídos del árbol para disfrutarlos como si fueran tesoros especiales.

Un día soleado, mientras mordisqueaban un aguacate jugoso bajo la sombra del árbol, Lola tuvo una idea emocionante: "Mora, ¿te imaginas si algún día nosotros también nos convertimos en un árbol de aguacates? ¡Sería maravilloso!"Mora miró a su hermana con entusiasmo y dijo: "¡Sí! Imagina todas las personas felices que podrían disfrutar nuestros deliciosos frutos".

Desde ese momento, el sueño de Lola y Mora se convirtió en algo más que solo comer aguacates; ahora querían ser parte de ellos. Las perritas comenzaron a investigar cómo podían hacer realidad su sueño. Preguntaron a los otros animales del jardín sobre cómo crecer como un árbol.

El sabio búho les dijo: "Para convertirse en un árbol de aguacate necesitan sembrarse en la tierra fértil y recibir mucho sol y agua". Lola y Mora se emocionaron aún más.

Decidieron buscar una forma de sembrarse en la tierra, pero no sabían cómo hacerlo sin manos. Fue entonces cuando conocieron a Tomás, el jardinero del lugar. Le contaron su sueño y él les ofreció ayuda.

Tomás tomó dos pequeñas macetas y llenó una de ellas con tierra rica en nutrientes. Con mucho cuidado, plantó un hueso de aguacate en cada maceta, uno para Lola y otro para Mora. "Ahora solo necesitan recibir sol y agua", dijo Tomás sonriendo mientras las perritas observaban expectantes.

Los días pasaron y Lola y Mora esperaban ansiosas ver qué sucedería. Pero nada parecía ocurrir; los huesos de aguacate no mostraban señales de vida. Desanimadas, las perritas pensaron que tal vez su sueño era imposible.

Sin embargo, Tomás les dio ánimo: "No se preocupen, a veces las cosas toman tiempo". Y así fue como continuaron cuidando sus macetas con paciencia y amor.

Un día soleado después de varias semanas, Lola salió al jardín para regar las plantas como todos los días. Cuando llegó a su maceta, quedó impresionada al ver un pequeño brote verde asomándose entre la tierra. ¡Mira Mora! ¡Mi hueso está creciendo!", exclamó emocionada Lola corriendo hacia su hermana.

Mora también estaba sorprendida al ver que el brote verde había aparecido en su maceta también. Las perritas saltaban felices alrededor del jardín, sabiendo que estaban un paso más cerca de su sueño. Con el tiempo, los brotes se convirtieron en pequeños árboles.

Lola y Mora crecieron junto a ellos, esperando con ansias el día en que darían sus primeros aguacates. Finalmente, después de mucho tiempo y amor dedicado a sus árboles de aguacate, llegó ese día especial.

Los árboles estaban repletos de deliciosos aguacates maduros listos para ser disfrutados por todos. Lola y Mora miraron con orgullo sus frutos.

No solo habían logrado convertirse en parte de los aguacates que tanto amaban, sino que también habían traído alegría y sabor al jardín donde vivían. Desde aquel día, Lola y Mora siguieron cuidando de sus árboles con cariño y compartiendo los aguacates con todos los animales del jardín.

Y aunque todavía eran perritas juguetonas y traviesas, siempre recordaban la importancia de perseguir sus sueños sin importar lo imposibles que parecieran. Así es como Lola y Mora demostraron al mundo que no hay límites cuando se trata de soñar en grande y trabajar duro para alcanzarlo.

Y aunque no todas las perritas pueden convertirse en árboles de aguacate, cada una tiene su propia manera especial de hacer del mundo un lugar mejor.

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