Las Platitas de Playa de las Docentes



Era una cálida mañana de verano, y en la playa de Las Estrellas, un grupo de maestras jubiladas, a las que los chicos del barrio cariñosamente llamaban “las tías de la playa”, se preparaban para una nueva aventura culinaria.

- ¡Hoy es el día! - exclamó Marta, la maestra de matemáticas, moviendo una cacerola de tamaño considerable.

- ¿De qué estás hablando, Marta? - preguntó Clara, la artista del grupo, sonriendo mientras pintaba unas conchas que había recogido en la orilla.

- De la competencia de platitos de la playa - respondió Marta, emocionada. - Este año tengo una receta sorpresa: ¡empanadas de atún! Y creo que van a ser las mejores.

- ¡Oh, muy bien! - se sumó Ana, la maestra de ciencias. - Yo haré una ensalada de frutas tropicales, llena de colores.

Así, las maestras se pusieron manos a la obra. Cada una preparaba su platito mientras los niños del lugar miraban expectantes, sabiendo que el almuerzo sería algo especial. La playa se llenaba de aromas, risas y música, mientras las maestritas concentradas compartían consejos y trucos de cocina.

Pero lo que no sabían es que había un grupo de estudiantes que planeaban hacer travesuras. Un grupo de chicos, liderados por Lucas, había decidido que harían una broma en la competencia.

- Che, ¿y si les quitamos las comidas? - dijo Lucas, con una sonrisa pícara. - Las maestras se van a volver locas y seguro que se ríen luego.

- ¡Sí! - gritaron todos entusiasmados. Así que se armaron de valor y se acercaron sigilosos a las mesitas donde las maestras habían dejado sus platitos.

Cuando las maestras estaban listas para la gran competencia, se dieron cuenta de que sus platos habían desaparecido.

- No puede ser... - dijo Clara, mirando a su alrededor confundida. - ¡¿quién se llevó nuestras comidas? !

- ¡Esto es un desastre! - gritó Marta, llevando sus manos a la cara, medio risueña, medio preocupada.

Sin embargo, Ana, que siempre tenía una visión positiva, dijo:

- ¡Chicas! No necesitamos que sean otros platitos los que nos hagan ganar. ¡Hagamos un gran almuerzo con lo que tenemos!

Las maestras comenzaron a buscar alternativas en la playa, entre los visitantes y el mercado portátil que se instalaba los fines de semana. Se acercaron a la señora Rosa, quien vendía deliciosos helados, a la familia Martínez, que tenía una parrilla con choripanes, y a Don Enrique, que ofrecía una gran variedad de frutas frescas.

Y así se formó un gran banquete de playa.

- ¡Miren qué increíble que quedó! - exclamó Clara, mientras admiraba el colorido buffet que habían logrado crear.

El grupo de chicos, que estaba escondido detrás de una roca, se asomó para ver el resultado.

- Seguro no tienen comida rica para el almuerzo - susurró Lucas, haciendo un intento por burlarse de las maestras.

Sin embargo, al ver las risas y la alegría que había en la playa, comenzaron a sentir curiosidad. Y uno a uno, se acercaron a preguntar:

- ¿Podemos quedarnos y probar un poco de lo que cocinaron?

Las maestras, con mucha amabilidad, los invitaron a unirse al almuerzo, sin rencores.

- ¡Por supuesto! - dijo Ana. - Siempre hay espacio para más amigos, y ahora podemos compartir todas las delicias que encontramos.

Los chicos se unieron al festín, y pronto todo se convirtió en un momento de risas y amistad. Contaron anécdotas, compartieron juegos de playa y disfrutaron de una comida que se convirtió en mucho más que solo un concurso.

La competencia, que había empezado con rivalidad, terminó siendo una celebración de unidad. Todos aprendieron que lo más importante no era ganar, sino el compartir y disfrutar de momentos juntos.

Y así, en la playa de Las Estrellas, todos se fueron a casa, llevando consigo el recuerdo de un día inolvidable, lleno de sabores, risas y amistades nuevas. Y aunque los platitos habían desaparecido, el espíritu de la cocina y la alegría de la camaradería solo empezaba a florecer.

Desde ese día, las maestras y los chicos decidieron hacer un almuerzo de platitos en la playa cada mes, donde la risa, la creatividad y la comida eran los ingredientes más sabrosos de todos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!