Las plumas de Pipo
Mi nombre es Pipo y soy un pequeño polluelo. Desde el momento en que abrí los ojos, supe que estaba destinado a hacer algo grande.
Después de todo, no todos los pájaros nacen en el nido del ave del paraíso. Con el tiempo, comencé a notar que mi plumaje era diferente al de mis hermanos y hermanas. Era más brillante, más colorido y parecía tener vida propia.
Me encantaba mirarme al espejo de agua y ver cómo la luz se reflejaba en mis alas. Un día, mientras exploraba los alrededores del nido, conocí a una gaviota llamada Gaby. Ella me preguntó por qué siempre estaba solo y le conté sobre mi origen especial.
Ella se sorprendió mucho pero luego me dijo:"Pipo, eres muy afortunado de haber nacido en ese nido tan bonito; pero eso no te hace mejor ni peor que nadie". Sus palabras me hicieron pensar mucho.
¿Realmente era mejor por haber tenido un comienzo diferente? ¿O quizás debía demostrar mi valía con acciones? Decidí salir del nido e ir en busca de aventuras.
Encontré amigos nuevos como la tortuga Tito y el zorro Zafiro quienes me enseñaron muchas cosas divertidas como buscar frutos silvestres o camuflarnos entre las hojas para jugar bromas. También aprendí acerca de los peligros del bosque: víboras venenosas, árboles caídos... Pero gracias a mi destreza volando pude evitarlos sin problemas.
Un día descubrí un lago cristalino y me propuse cruzarlo. Sabía que sería un gran desafío para mí, pero estaba dispuesto a intentarlo. Mientras volaba sobre el agua, una tormenta se desató de repente.
Los vientos eran fuertes y las olas altas. Por unos momentos, pensé que no lograría llegar al otro lado; pero entonces recordé las palabras de Gaby:"Eres tan valioso como cualquiera". Con esa idea en mente, redoblé mis esfuerzos y finalmente llegué a la orilla opuesta.
Allí me recibió una enorme sorpresa: ¡había cientos de pájaros iguales a mí! Al principio me sentí confundido y asustado por tanta gente desconocida; pero luego comprendí algo muy importante. No importaba dónde hubiera nacido ni cómo fuera mi plumaje.
Lo que realmente importaba era lo que hacía con mi vida: ayudar a los demás, aprender cosas nuevas y disfrutar cada momento. Desde ese día, Pipo se convirtió en un pájaro feliz y seguro de sí mismo.
Aprendió muchas cosas interesantes junto a sus amigos del bosque y nunca más volvió a sentirse diferente o especial por haber nacido en un lugar distinto.
Y tú también puedes ser así: si te animas a explorar el mundo que te rodea con curiosidad e ingenio, descubrirás tu propio camino hacia la felicidad.
FIN.