Las Promesas del País de los Sueños
Érase una vez, en un pequeño pueblo donde todos se conocían, vivía una niña llamada Sofía. Sofía era una soñadora; siempre miraba hacia el cielo y se preguntaba qué habría más allá de su hogar. Tenía una amiga inseparable llamada Valentina. Juntas compartían risas, secretos y promesas.
Un día, mientras paseaban por el bosque, encontraron un mapa antiguo oculto bajo una piedra. El mapa llevaba a un lugar mágico llamado el País de los Sueños.
"¡Mirá, Vali! Este mapa tiene que llevarnos a un lugar increíble. ¡Debemos ir!"
"Sí, Sofi, pero nuestras mamás no nos dejarán ir solas."
Ambas miraron sus caminos. Sofía se le ocurrió una idea:
"Hagamos una promesa. Si logramos llegar al País de los Sueños, cada una se llevará algo especial de allí y volveremos a contar todo lo que vimos."
"¡Me parece genial!" respondió Valentina con su sonrisa contagiosa.
Así, decidieron que al amanecer partirían. Aquella noche no durmieron, llenas de emoción. Al día siguiente, temprano, hicieron las mochilas y se despidieron de sus padres, asegurando que solo irían a jugar a la plaza.
El mapa las llevó a través de un recorrido lleno de magia. Al cruzar un río de colores, se encontraron con un pez que hablaba.
"¿A dónde van, pequeñas aventureras?"
"Vamos al País de los Sueños," dijeron al unísono.
"Ninguna ha podido llegar hasta allí. Necesitarán un buen corazón y valentía," advirtió el pez.
Las chicas se miraron y continuaron su camino. Luego de sortear obstáculos, llegaron a una puerta gigante en un árbol. Un guardián las detuvo.
"¿Por qué deberían ingresar?"
"Hemos hecho una promesa y queremos cumplirla," dijo Sofía con firmeza.
El guardián quedó impresionado y les dejó pasar. Dentro, descubrieron un mundo lleno de colores vibrantes, criaturas fantásticas y risas infinitas. Pero no todo era perfecto. Las prometidas aventuras se convirtieron en un desafío cuando una tormenta de tristeza amenazó el lugar. Las flores se marchitaron y los habitantes perdieron su alegría.
"¡Esto no es lo que esperábamos!" exclamó Valentina.
"¿Qué podemos hacer?" preguntó Sofía, angustiada.
Recordaron su promesa de traer alegría. Decidieron organizar una fiesta con música y juegos para levantar el ánimo de todos. Trabajaron juntas, juntaron flores brillantes, prepararon comida y le pidieron ayuda a todos los seres mágicos.
"Chicos, ¡tienen que bailar y reír!" gritó Sofía.
"¡Eso es! Necesitamos que todos se unan!" añadió Valentina.
Pronto, el País de los Sueños se llenó de risa y color. El sol volvió a brillar y las flores reverdecieron.
El guardián, conmovido, se acercó a ellas.
"Han demostrado que el verdadero poder de la promesa es ayudar a los demás. Por eso, pueden llevarse un recuerdo maravilloso. Elijan algo."
Sofía y Valentina miraron a su alrededor. Sofía decidió llevarse una pequeña estrella de luz que nunca dejaría de brillar.
"Esto nos recordará siempre que la alegría puede volver a surgir," dijo.
Valentina eligió una flor que jamás se marchitaría, simbolizando su amistad eterna.
"Así, siempre estaremos juntas, aunque estemos lejos," agregó, emocionada.
Finalmente, las chicas regresaron a casa y contaron su aventura a todos. Las promesas que hicieron no solo las unieron como amigas, sino que también enseñaron a su pueblo sobre la importancia de la alegría y el trabajo en equipo.
Desde entonces, Sofía y Valentina no solo soñaban, sino que convertían sus sueños en realidades, siempre recordando que la verdadera magia reside en las promesas cumplidas y en ayudar a los demás.
Y así, en su pequeño pueblo, se aseguraron de que las risas nunca dejaran de escucharse.
FIN.