Las Puertas del Valor
Era un día nublado en Buenos Aires, cuando un grupo de amigos de 12 años decidió explorar el antiguo sótano de la abuela de Clara. Mientras buscaban tesoros perdidos, encontraron un conjunto de puertas antiguas, cada una más intrigante que la anterior.
"¿Y si abrimos una?" - sugirió Leo, el más atrevido del grupo.
"Dale, pero con cuidado," - respondió Clara, más cautelosa.
Al abrir la primera puerta, sintieron un remolino de luz y colores que los succionó hacia adentro. Un instante después, aterrizaron en un mundo extraño donde cada uno de ellos se dio cuenta de que había una puerta correspondiente a sus propios miedos.
"¿Dónde estamos?" - preguntó Ana, que siempre había temido hablar en público.
"Esto es como un laberinto de emociones," - explicó Tomi, entusiasmado, aunque también un poco asustado. "Cada puerta es un desafío que tenemos que enfrentar para volver a casa."
Frente a cada puerta, los amigos podían ver proyecciones de sus inquietudes más profundas. La puerta de Ana estaba decorada con luces brillantes, pero había un micrófono en el centro, y la voz de la multitud la retó a hablar.
"No puedo hacer esto..." - se quejó Ana, aferrándose a su mochila.
"Yo estoy aquí contigo, Ana," - apoyó Clara. "¿Te acordás de la vez que le narraste tu cuento a tu clase? Ese fue un primer paso."
Ana tomó aire y, con el apoyo de sus amigos, se acercó al micrófono. Asumió su miedo y empezó a hablar sobre su amor por los libros y la aventura de narrar historias.
Mientras tanto, Leo enfrentó su miedo a las alturas al atravesar una puerta que lo llevó a un acantilado. Visualizó a su familia mirando desde abajo.
"¡Leo! ¡Tené cuidado!" - gritó Clara, mientras él daba un paso temeroso hacia el borde.
"No puedo creer que esté aquí..." - dijo Leo, temblando. "Pero… tengo que probarlo."
Con un salto y un grito de adrenalina, Leo se aferró a la roca. Descubrió que la caída no era tan terrible como había imaginado y podía escalar hacia arriba. Al llegar a la cima, celebró con sus amigos que lo miraban desde abajo.
"¡Lo lograste! ¡Sos un héroe!" - exclamó Ana, emocionada.
Luego, Tomi se encontró frente a una puerta oscura que representaba su miedo a la soledad. Al abrirla, se vio sentado en una habitación vacía.
"Esto es aterrador..." - murmuró mientras la oscuridad lo envolvía.
Clara, al ver su angustia, le dijo: "Pero sólo estás solo porque elegiste estarlo, Tomi. ¡Tus amigos siempre están contigo!"
Con esas palabras, Tomi salió corriendo de la oscuridad y regresó al grupo, sintiéndose más fuerte que nunca.
Finalmente, llegó el turno de Clara, quien siempre había temido que no fuera lo suficientemente buena. Ante su puerta se proyectó una imagen de ella en un escenario, dando una presentación.
"Esto es imposible..." - dijo, sintiendo que su pecho se apretaba.
"No es imposible, solo es un desafío,” - le dijo Leo. “Recordá todo lo que has logrado hasta ahora, sos capaz de hacer más de lo que pensás."
Clara cerró los ojos, respiró hondo y cruzó la puerta. Una vez en el escenario, sus amigos la animaban desde el público. Habló sobre sus sueños y sus miedos, y se sorprendió al descubrir que tenía una gran voz.
Finalmente, tras atravesar sus puertas y enfrentar sus temores, los amigos se reunieron de nuevo en el living de la casa de la abuela. Se abrazaron, llenos de alegría y valor.
"Siempre estaré agradecida por tenerlos a ustedes," - dijo Clara, con una sonrisa radiante.
"Juntos, somos invencibles," - añadió Tomi, mientras todos se reían.
Así fue como el grupo de amigos no solo aprendió a enfrentar y superar sus miedos, sino que también entendieron que apoyarse mutuamente es la verdadera clave para el valor. Aquella aventura los unió y los hizo más fuertes, listos para enfrentar cualquier desafío que la vida les presente en el futuro.
FIN.