Las Puertas Mágicas de la Casa Abandonada



Era un día soleado cuando un grupo de amigos -Luca, Mia, Tomás y Ana- decidieron explorar una antigua casa abandonada que habían visto en su barrio. La casa tenía un aspecto tranquilo, con su fachada desgastada por el tiempo y las ventanas cubiertas de polvo. Sin embargo, lo que no sabían era que más allá de sus paredes, la casa guardaba secretos fantásticos.

- ¡Mirá las ventanas! -dijo Tomás mientras señalaba las telarañas bailando con la brisa.

- Sí, parece que nadie entró ahí en años. -observó Mia, intrigada.

Con un poco de valentía, los cuatro amigos cruzaron la puerta principal, la cual chirrió amargamente al abrirse. Al caminar dentro, se dieron cuenta de que no había muebles ni decoración, solo paredes grises y muchas puertas.

- ¿Deberíamos abrir alguna? -preguntó Ana, emocionada.

Tomás, siempre el más aventurero, decidió abrir la primera puerta que encontraron. Al hacerlo, se sintieron rodeados de una luz brillante y, de repente, fueron transportados a un bosque encantado lleno de árboles gigantes y flores de colores brillantes.

- ¡Qué increíble! -exclamó Mia, maravillada.

- ¡Miren, hay una mariposa gigante! -gritó Luca, señalando una mariposa de tonos dorados que danzaba en el aire.

Pero mientras estaban distraídos, Tomás vio una puerta misteriosa en medio del bosque. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia ella. Los otros lo siguieron, pero cuando cruzaron la puerta, se dieron cuenta de que estaban en un lugar completamente diferente: una playa desierta con arena blanca y el sonido de las olas.

- ¡Tomás! -gritaron todos juntos, pero él ya había cruzado la puerta y desapareció ante sus ojos.

- ¿Qué hacemos ahora? -preguntó Ana, asustada.

- Tenemos que encontrarlo -dijo Mia, decidida.

- Pero, ¿cómo? Cada puerta nos lleva a un lugar diferente. -se preocupó Luca.

Mientras pensaban, se dieron cuenta de que cada lugar representaba un valor: la amistad, la valentía, la creatividad. Comprendieron que, para rescatar a Tomás, debían aprender de cada una de sus aventuras.

- Si encontramos la puerta correcta, tal vez podamos cruzar juntos -propuso Mia.

Los amigos comenzaron a explorar las distintas puertas de la playa. Cruzaron a un lugar donde construyeron un castillo de arena y descubrieron que la cooperación y el trabajo en equipo son esenciales. Luego, encontraron otra puerta que los llevó a una cueva donde tenían que resolver acertijos para salir.

- ¡Esto es sobre resolver problemas juntos! -dijo Luca mientras leía el acertijo en voz alta.

Después de varias aventuras y aprendiendo de cada experiencia, los amigos se sintieron listos para enfrentar el último desafío. Finalmente, encontraron una puerta que parecía brillar con una luz dorada. Al abrirla, cada uno se tomó de las manos, recordando sus aprendizajes: la amistad, la valentía, la creatividad y la resolución de problemas.

Cruzar la puerta fue como pasar a un nuevo mundo. Allí, encontraron a Tomás, rodeado de colores y juegos.

- ¡Chicos! -gritó Tomás, emocionado de verlos.

- ¡Te encontramos! -dijo Ana, aliviada.

Tomás explicó que había estado esperando a que sus amigos cruzaran la puerta, pues había un juego esperando por ellos que involucraba trabajar juntos. Y así, con sus corazones llenos de alegría, comenzaron a jugar y eventualmente encontraron la puerta de regreso a su mundo.

Al salir de la casa abandonada, los cuatro amigos se miraron entre sí con sonrisas en sus rostros.

- ¡Esa fue la mejor aventura! -exclamó Tomás.

- Sí, aprendimos tanto juntos -agregó Mia.

- Nunca olvidemos lo que vivimos aquí. -dijo Luca.

Y así, caminando juntos de regreso a casa, se dieron cuenta de que la verdadera magia no estaba en las puertas misteriosas de la casa, sino en la amistad y los recuerdos que llevaban en sus corazones.

FIN.

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