Las Ranas Valientes y el Recipiente de Nata



Había una vez dos ranas llamadas Rita y Rulo que, como siempre, estaban explorando un hermoso campo. Un día, al saltar alegremente, cayeron en un enorme recipiente de nata que alguien había dejado en el medio del campo. La nata era espesa y resbalosa, y cuando se dieron cuenta, estaban atrapadas.

- ¡Ay, Rulo! ¡Estamos en problemas! - gritó Rita mientras intentaba patalear hacia un lado.

- Sí, Rita, pero no debemos rendirnos tan rápido. ¡Busquemos una forma de salir! - respondió Rulo, tratando de mantenerse calmo.

Ambas ranas comenzaron a patear la nata con fuerza, pero al poco tiempo se dieron cuenta de que no avanzaban en absoluto. La nata no sólo las mantenía hundidas, sino que el sudor empezaba a hacerlas sentir cansadas.

- Esto es imposible - dijo Rita, preocupada - ¿Qué vamos a hacer?

- Espera un momento - dijo Rulo, buscando una solución - ¿No ves que, aunque no podamos salir de inmediato, el movimiento que hacemos crea burbujitas?

- ¡Es verdad! - respondió Rita, aliviada - podríamos intentar hacer más burbujas para ver si flotamos.

Así que las ranas comenzaron a agitarse más fuerte. A medida que sus patas golpeaban la nata, comenzaron a formar un montón de pequeñas burbujas que se acumulaban a su alrededor. Sin embargo, la nata seguía siendo espesa, y, aunque las burbujas eran un buen intento, no era suficiente para sacarlas de allí.

- Tal vez deberíamos parar un momento y pensar - sugirió Rulo, un poco cansado.

- Tienes razón. Necesitamos un momento para reflexionar - aceptó Rita.

Mientras tomaban un respiro, las dos ranas miraron a su alrededor. Las burbujas seguían subiendo a la superficie, brillando como estrellas en una noche despejada. De repente, se dieron cuenta de algo: las burbujas estaban creando un camino hacia el borde del recipiente.

- Mira, Rulo, ¡el camino de burbujas! - exclamó Rita.

- Es nuestra oportunidad. Si seguimos el camino, tal vez podamos alcanzar el borde - afirmó Rulo emocionado.

Con renovada energía, las ranas comenzaron a saltar de burbuja en burbuja, usando la flotabilidad de las burbujas para impulsarse hacia arriba. Salto tras salto, se sintieron más cercanas a la superficie.

De repente, una de las burbujas explotó bajo el peso de Rulo, haciendo que perdiera el equilibrio y cayese de nuevo a la nata.

- ¡Rulo! - gritó Rita - ¡No te rindas!

- ¡No lo haré! - contestó Rulo, levantándose rápido - Ya lo tengo: si cada burbuja que hacemos explota, podemos hacer otras… ¡más grandes!

Con esta idea en mente, comenzaron a saltar y patear más coordinadamente, generando burbujas más grandes y fuertes. Sin saber cómo, ambas alcanzaron la cima de la nata, donde las burbujas más grandes estallaban y las elevaban aún más. Fue un esfuerzo doble, pero se sintieron motivadas a seguir adelante.

Finalmente, después de muchos saltos, ¡las ranas lograron salir del recipiente! Se encontraron en un suave parche de hierba, la luz del sol calentaba sus cuerpos y llenaba sus corazones de alegría.

- ¡Lo logramos, Rita! - bramó Rulo emocionado.

- Sí, ¡lo hicimos! Nunca dejemos de intentar, siempre hay una forma de salir incluso en los mejores momentos. - respondió Rita mirando a su alrededor.

Y así, las dos ranas siguieron su aventura por el campo, aprendiendo que la perseverancia, el trabajo en equipo y la creatividad son fundamentales para superar cualquier dificultad. Desde aquel día nunca olvidaron que, aunque a veces la vida puede parecer difícil, siempre hay soluciones si se tiene confianza y se trabaja junto a quienes nos rodean.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!