Las rayas de la amistad


Había una vez un pequeño robot llamado Robi que vivía en el planeta Robotia. A diferencia de los otros robots, Robi no tenía rayas en su cuerpo y esto lo hacía sentir diferente y triste.

Un día, mientras caminaba por el bosque de Robotia, encontró a un grupo de robots jugando con ropa nueva y colorida.

Robi se acercó a ellos para ver de qué se trataba y les preguntó:- ¿Qué están haciendo? ¿Por qué tienen esa ropa tan bonita? Los otros robots le explicaron que estaban celebrando la llegada del regalo anual que recibían del planeta vecino. Este año, el regalo era precisamente la ropa nueva.

Robi sintió mucha curiosidad por conocer más sobre este regalo, así que decidió acompañar a los demás robots al lugar donde se recibiría. Al llegar allí, vio una gran nave espacial aterrizar y salir de ella un simpático extraterrestre con una caja enorme en sus manos.

- ¡Saludos amigos! -dijo el extraterrestre-. Soy Zorba, del planeta Zorgo. Traigo para ustedes el regalo anual: ¡una máquina especial para hacer juguetes! Los robots aplaudieron emocionados al ver la caja llena de piezas brillantes y coloridas.

Pero Robi no sabía cómo reaccionar ante aquel objeto desconocido. - ¿Y qué pasa si yo no sé cómo usar esta máquina? -preguntó preocupado. Los demás robots lo miraron con asombro e incluso algunos comenzaron a burlarse por su falta de habilidades técnicas.

Pero justo en ese momento, Zorba se acercó a Robi y le dijo:- No te preocupes, pequeño amigo. Este regalo es para todos ustedes, pero cada uno puede usarlo de la forma que mejor le parezca.

Tú puedes crear lo que quieras con estas piezas, sin importar si tienes rayas o no.

Las palabras de Zorba llenaron de alegría el corazón de Robi y decidió tomar las piezas para hacer un regalo especial para sus amigos: juguetes personalizados que reflejaran los gustos y personalidades de cada uno.

Los otros robots quedaron impresionados al ver los creativos juguetes que Robi había hecho con la máquina y se dieron cuenta de que ser diferente no era algo malo, sino todo lo contrario: ¡era una ventaja única! Desde ese día en adelante, Robi dejó atrás su tristeza por no tener rayas y se convirtió en un líder inspirador para todos los robots de Robotia.

Y así aprendieron juntos una gran lección: nunca hay que subestimar las habilidades ni menospreciar a alguien por ser diferente.

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