Las Reinas de la Solución
Era un hermoso lunes en el Instituto La Salette, y el sol brillaba en el cielo, iluminando los pasillos llenos de risas y juegos. En la dirección del instituto trabajaban dos chicas muy especiales: Stella Maris y Carolina. Ambas eran conocidas por su gran habilidad para resolver problemas de cualquier índole, lo que las convertía en verdaderas reinas de la solución.
Un día, mientras revisaban algunos documentos, sintieron que algo no iba bien. Un grupo de estudiantes entró corriendo a la oficina, visiblemente alterados.
"¡Stella! ¡Carolina! ¡Ayúdennos!" - gritó Juan, el más pequeño del grupo.
"¿Qué sucede, Juan?" - preguntó Carolina, preocupada por la expresión en su rostro.
"El profesor de matemáticas no pudo venir al aula, y nadie sabe qué hacer con el examen de mañana. ¡Estamos atrapados!" - dijo María, con los ojos desbordantes de lágrimas.
Stella Maris, con su energía contagiosa, sonrió y dijo:
"No se preocupen, podemos encontrar una solución. Pero primero, déjenme escuchar qué les gustaría hacer."
Los estudiantes se miraron entre sí, y Juan comenzó a explicarles que habían estado estudiando mucho, pero que se sentían inseguros. Carolina, siempre atenta, sugirió:
"Y si organizamos un repaso juntos, así todos pueden ayudarse. ¿Qué les parece?"
El entusiasmo comenzó a crecer entre los estudiantes. Todos asintieron con la cabeza, y Stella Maris escribió en la pizarra: "Gran repaso de matemáticas".
"¡Perfecto!" - exclamó Juan. "¿Cuándo lo hacemos?"
"¡Este mismo lunes a la tarde!" - dijo Carolina. "Podemos pedir ayuda a algunos de los más grandes."
La tarde llegó y el aula se llenó de risas y buena onda. Los estudiantes mayores se acercaron amablemente a ayudarles, y pronto el ambiente se convirtió en un espacio de aprendizajes y risas. Todos estaban muy animados, pero entre tanto jolgorio, de repente, se escuchó un grito.
"¡Se rompió la pizarra!" - dijo Valentina, mientras señalaba algunas astillas en el suelo.
Stella Maris, sin dudarlo, propuso:
"No se preocupen. Siempre podemos utilizar hojas blancas. Podemos hacer una pizarra móvil para incluir a todos. ¿Quién tiene un poco de cartón en casa?"
Los chicos miraron intrigados. Carolina se unió a la propuesta, sugiriendo:
"Además, podemos hacer una competencia de dibujo con las respuestas. Así, a la vez que aprendemos, nos divertimos."
La idea de hacer la competencia de dibujo entusiasmó a todos. Decidieron dividirse en grupos y, con cartón y marcadores, comenzaron a crear. Mientras tanto, Carolina y Stella Maris se encargaban de dar una mirada al curso para asegurarse de que todo iba bien.
El tiempo pasó, y al finalizar la tarde todos se sintieron orgullosos de su trabajo en equipo. Miraron sus trabajos, que posteriormente colgarían en el aula, y se prometieron que este sería su mejor examen.
Al día siguiente, sucedió algo inesperado: tras el repaso, los estudiantes lograron obtener resultados increíbles en el examen. Al terminar, Juan corrió a la dirección.
"¡Stella! ¡Carolina! ¡Lo logramos! Nos fue genial en el examen!"
"¡Qué alegría, Juan!" - respondió Carla, abrazándolo.
"Esto es gracias a ustedes. Inventaron una forma nueva de estudiar. ¡Ustedes son nuestras heroínas!"
Stella Maris y Carolina se miraron contentas y orgullosas, sabiendo que su trabajo no solo consistía en resolver problemas, sino en ayudar a los demás a encontrar las mejores soluciones juntos.
Y así, las dos chicas siguieron disfrutando de su trabajo, contentas con la idea de que cada desafío era solo una nueva oportunidad para brillar y aprender algo nuevo.
El Instituto La Salette se llenó cada vez más de risas y buenos momentos, y los estudiantes aprendieron que, a veces, una buena idea y un poco de trabajo en equipo podían transformar lo que parecía imposible en una gran aventura.
Desde entonces, los niños sabían que, sin importar el desafío que se presentara, siempre tendrían a Stella Maris y Carolina, las reinas de la solución, listas para ayudar.
FIN.