Las Risas de la Selva



En la mágica selva amazónica, donde los árboles parecen tocar el cielo y los sonidos de la naturaleza crean una melodía sin igual, vivían dos amigos inseparables: un mono llamado Tito y una perezosa llamada Lila. Ambos eran conocidos en todo el lugar por su amor por las bromas y su curiosidad por el mundo que los rodeaba.

Una mañana soleada, Tito balanceándose de rama en rama, le dijo a Lila:

"¡Hey, Lila! ¿Sabías que este árbol de aquí es tan alto que podría ligar con el cielo?"

Lila, que estaba tranquilamente colgada de una rama, con una sonrisa perezosa respondió:

"¡Sí! Y si el cielo le dice que sí, ¡los pájaros van a tener que pedir permiso para volar por aquí!"

Los dos amigos se echaron a reír mientras continuaban su paseo.

A medida que caminaban, encontraron una liana que colgaba como una serpiente. Tito, rápido como siempre, empezó a imitarla:

"¡Soy una liana peligrosa! ¡Despacito o caigo y te enredo!"

"Sí, pero no te olvides de que a los árboles también les gusta hacer ejercicio. ¡Están siempre levantando troncos!"

Ambos rieron a carcajadas imaginando a los árboles en el gimnasio.

Después, se encontraron con la laguna más bonita de la selva. Tito se asomó y dijo:

"Mirá, Lila, parece que el agua está de fiesta hoy. ¡Si tuviera pies, ya estaría bailando!"

Lila miró la superficie brillante y respondió:

"¡Y si tuviera boca, cantaría! Pero, ¿sabes qué? A veces creo que los peces son los verdaderos bailarines de esta fiesta. ¡Mirá cómo se mueven!"

Se quedaron observando a los peces mientras hacían piruetas en el agua.

De repente, oyeron un gran estruendo. Tito brincó hacia el sonido y exclamó:

"¡Esto suena como un tambor gigante! ¿Te imaginas un concierto de animales?"

"¡Sería impresionante! Pero, ¿quién crees que tocaría? ¡Las ranas hacen unos excelentes acordes!"

Lila se rió pensando en un grupo de ranas con guitarras y un sapo como vocalista.

Al acercarse al tronco caído de un árbol, Tito notó un grupo de hormigas.

"Mirá esas hormigas, cargando todo el día. ¡Son como los transportistas de la selva! Siempre moviéndose. ¡No me imagino cómo se organizan!"

Lila contestó:

"Yo pienso que deben tener algún tipo de aplicación para eso. ¡Las hormigas se llevan toda la comida mientras nosotros solo bromeamos!"

Ambos rieron una vez más, disfrutando del ingenio de sus imaginaciones.

Mientras seguían su camino, decidieron organizar un picnic. Lila buscó su snack favorito: hojas tiernas. Pero, justo cuando iba a comer, un loro colorido bajó volando.

"¡Hola, amigos! Veo que tienen un festín. ¿Puedo unirme?"

Tito lo miró y dijo:

"Claro, pero te advierto: en este picnic las risas son obligatorias y los chistes son del menú".

El loro, que se llamaba Pepe, comenzó a contar chistes sobre los peces y las ranas. Pronto, una gran cantidad de animales se unió, haciendo que el picnic se convirtiera en un gran festival de risas y alegría.

Mientras el sol comenzaba a esconderse tras los árboles, Tito miró a su alrededor y al ver a sus nuevos amigos, exclamó:

"Qué suerte tenemos, Lila. La selva no solo nos brinda comida y aventuras, ¡sino también unas risas increíbles!"

"Sí, Tito. A veces solo necesitamos mirar a nuestro alrededor y reír un poco para que todo parezca más bonito. ¡Me encanta nuestro mundo!"

Con eso, se despidieron de sus amigos y regresaron a casa, torrando entre ellos bromas típicas de la selva.

Así, Tito y Lila aprendieron que en la naturaleza hay siempre algo divertido que observar y que, con un poco de humor, cada día puede ser una nueva aventura.

Y así sigue la historia de dos animalitos en la selva, con sus bromas y risas, haciendo que el mundo sea un lugar más alegre.

FIN.

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